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Nueve años para un audaz
estafador de exiliados cubanos.
Por Wilfredo Cancio Isla
El Nuevo Herald, 11 de Junio
2005. El audaz estafador que prometió recuperar $38,000 millones de los
fondos depositados por Fidel Castro en bancos suizos y esquilmó a
empresarios y abogados convencidos de que trataban con un agente de la
CIA, dijo ayer que reconocía ''de todo corazón'' los errores cometidos
pero no pudo salvarse de una sentencia de nueve años de cárcel.
Roberto Martín, de 35 años, fue condenado el viernes por su culpabilidad
en fraude postal, conspiración, uso de armas de fuego y suplantación de
personalidad de un agente federal, y deberá además retribuir $774,625
por sus atracos.
''No soy el monstruo que ha estafado al exilio y a los anticastristas'',
afirmó Martín ante la jueza federal Ursula Ungaro-Benages en la corte
federal de Miami. ''Por mis actos y declaraciones he pagado un precio
muy alto, hace diez años no sé de mis hijos a quienes les han quitado
mis apellidos en Cuba, y he recibido diferentes amenazas''.
El acusado insistió en su otrora pertenencia a los servicios de
inteligencia de Cuba, y dijo que tras llegar a Miami trabajó
directamente con el FBI.
Pero Ungaro-Benages aplicó la máxima sentencia posible en el caso,
tomando en cuenta los antecedentes delictivos del acusado y los
agravantes de su conducta impostora invocados por el fiscal Christopher
Clark.
''Cuando una persona comete fraude, su credibilidad se desmorona'',
aseveró la jueza. ''Su comportamiento no deja margen para indulgencias''.
Martín fue inmediatamente esposado y conducido al arresto por los
alguaciles. Su abogado, Tony Natale, señaló que apelaría de inmediato la
decisión.
La historia delictiva de Martín se remonta a 1996, cuando se declaró
culpable por estafar $20,000 a exiliados cubanos que buscaban traer a
familiares de la isla.
Pero sus grandes golpes fraudulentos comenzaron a fraguarse en el 2002,
incorporando una falsa identidad de agente de la CIA que mantenía
contactos con altos funcionarios federales, legisladores e
inversionistas, e incluso era invitado a la Casa Blanca.
Ayudado por otro impostor llamado Christopher Johnson, quien se hacía
pasar por agente del Servicio Secreto, Martín logró convencer a un grupo
de exiliados que él podía recuperar los millones de dólares depositados
por Castro en bancos suizos como resultado de narcotráfico.
Martín se atribuía misiones en representación de la inteligencia cubana
para depositar en Suiza fondos que la entonces Unión Soviética entregaba
a favor de Castro.
Según contaba, el traslado del dinero desde Suiza contaba con la
anuencia del gobierno estadounidense y tenía cobertura de la CIA, pero
necesitaba un financiamiento inicial de sus compatriotas exiliados.
Para sus operaciones, Martín recabó los servicios de Christopher Rundle,
ex esposo de la fiscal estatal Katherine Fernández Rundle como abogado
principal de negocios.
Antes de romper con su cliente, a finales del 2003, Rundle lo puso en
contacto con asesores financieros e inversionistas que crearon una
veintena de fideicomisos donde se depositaría el dinero recuperado.
El promotor musical Recaredo Gutiérrez, quien ahora cumple contratos en
el Hotel Sahara de Las Vegas, fue uno de los inversionistas estafados
que compareció ayer ante el tribunal.
''Martín me dijo que durante el gobierno de Bill Clinton [1992-2000]
querían devolverle ese dinero a Castro, pero que ahora con el gobierno
de [George W.] Bush sí tenía la confianza de recuperar todos los fondos
que estaban en Suiza'', relató el empresario, a quien el estafador había
prometido gratificar con unos $6,300 millones.
De las retribuciones ordenadas por la jueza a Martín, $180,000 serán
para Gutiérrez, $384,375 para Juan René Caro y $210,000 para el abogado
Paul Berman, quien realizó toda la documentación de los fideicomisos y
sólo recibió un cheque falso del acusado.
En la audiencia de ayer también compareció el ex agente secreto Craig
Nowicki, quien reveló que Martín propuso a su colega de conspiración,
Johnson, eliminar físicamente a un banquero de la firma Salomon Smith
Barney a cambio de $25,000.
''Martín pensaba que Brian George tenía crecientes sospechas sobre sus
actividades financieras y podía comunicarlo a las autoridades'', dijo el
testigo.
Pero para octubre del 2003, Johnson ya estaba cooperando con las
autoridades y pudo grabar esa conversación.
Fuente: El Nuevo Herald.
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