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Carta a la XIV Cumbre Iberoamericana.
Madrid, 15 de noviembre de 2004
Jefes de estado y de Gobierno; Participantes en la XIV Cumbre
Iberoamericana.
Excelentísimos señores:
Con todo el respeto que merecen sus respectivas representaciones
nacionales nos dirigimos a Uds. a fin de exponer los puntos de vista de
una parte del pueblo cubano sobre los asuntos que se tratarán en la
Cumbre.
Nada mas lejos de nuestra intención que molestar a sus señorías con
vanos quejidos o mendicantes peticiones. Sin embargo, la tragedia de un
pueblo sin democracia y subyugado por una dictadura totalitaria desde
hace 46 años, nos obliga como hombres de bien y amantes de la libertad a
asumir la voz de aquellos que la tienen amordazada.
Durante trece Cumbres ¡trece!, el gobierno cubano ha estado firmando
todos los documentos en los que se ratifica la imperiosa necesidad de la
existencia primigenia del estado de derecho como condición original para
el desarrollo de los pueblos.
Ha firmado documentos donde reconocía la necesidad de la separación de
los poderes públicos, del respeto irrestricto a los Derechos Humanos,
Civiles y Políticos; en fin ha firmado todo aquello que no cumple y que
no estará dispuesto cumplir nunca, porque su cumplimiento atentaría a la
base misma que le sustenta en el poder.
Somos conscientes que casi cinco decenios de propaganda han dejado
huella, como mínimo una huella “sentimental” con aquella creación
fantasiosa que dio en llamarse a sí misma “Revolución cubana”; también
somos conscientes que en el mundo contemporáneo se ha creado la
entelequia de lo que es “políticamente correcto” y que entre ambas se
encuentra el tratamiento que no sólo recibe ¡ sino también exige! La
Habana.
No obstante la población de la Isla y en su nombre la oposición interna
y el exilio político, creen llegado el momento de pedir a los gobiernos
iberoamericanos algo tan sencillo como una definición semántica.
Hartos ya que al calor de los despachos consulares o bajo el techo de
las cancillerías se nos reconozca sin tapujos la impresentabilidad de un
régimen e incluso el asco que a título personal despierta entre la
numerosa clase política de los estados democráticos la existencia
oprobiosa del sistema que impera en Cuba; quisiéramos hoy que sus
excelencias tengan a bien definir si el gobierno que se sienta a la mesa
de la Cumbre “representando” al pueblo de Cuba es considerado dignatario
genuino de ese pueblo -como el resto de los gobiernos legítimamente
elegidos- o si por el contrario le consideran una dictadura.
Hoy pedimos que se le condene, que se cuestione la burla que representó
el que a pocos meses de firmar compromisos de ese tipo iniciara la más
cruenta escalada represiva de los últimos años, con aplicación de la
pena de muerte incluida.
Son también controvertibles los múltiples vínculos de que se sirve el
gobierno de La Habana para utilizar la red de Cooperación Iberoamericana
como fuente de oxigenación económica y sobre todo política. Suele
chocarnos cómo muchos estados - que deben a la política
desestabilizadora de La Habana una parte del historial reciente de
sufrimiento y muerte en sus respectivas naciones- consiguen sentarse a
la mesa de negociaciones con los representantes del gobierno cubano sin
echarles en cara –salvo honrosas excepciones- sus reconocidas culpas.
Sólo pretendemos para todo ello lo que hemos pedido; una simple
definición semántica, sólo eso. Creemos que el pueblo de Cuba al que
tanto se le manifiesta cariño, al menos verbalmente, también se le ayude
definiendo si a las democracias iberoamericanas el régimen de Castro se
les semeja su igual o por el contrario la consideran algo bien diferente.
Nos ayudarían mucho en la causa de la lucha por la libertad, la
democracia y los derechos humanos y creemos firmemente que también se
estarían ayudando mucho a Uds. mismos.
La pasada Cumbre se caracterizó especialmente por haber pasado de
puntillas sobre la posible condena al régimen cubano por la recién
perpetrada ola represiva contra los Derechos Humanos. Condena que debió
ser de ética obligada en el seno de un conglomerado de países que han
sufrido en carne propia desmanes similares a los que desde hace más de
cuatro décadas sufre el pueblo cubano.
Un simple resumen de los documentos firmados por el estado cubano en
materia de Derechos Humanos y libertades ciudadanas arroja que al menos
en veinte capítulos suscritos en las declaraciones finales de las
Cumbres Iberoamericanas, el gobierno de la Isla firma lo que no está
dispuesto a cumplir ¡ Y que no cumple jamás!
¿Qué esperar de un Estado que aún perteneciendo a la Comisión de
Derechos Humanos de Naciones Unidas; contraviene sistemáticamente las
resoluciones que le señalizan como violador de esos derechos desde hace
quince años?
Casi llegamos a entender las ideas de aquellos que piensan que sosegando
a la dictadura se lograrán gestos por su parte; es un segmento de viejas
teorias conciliadoras traídas a menos por la realidad histórica. Es lo
mismo que pensaron en su tiempo Poincaré o Chamberlain y ninguno de
ellos logró evitar las grandes matanzas que significaron la Primera y
Segunda Guerras Mundiales.
Es casi exactamente lo que han pensado muchos distinguidos teóricos de
la política de apaciguamiento, que no han podido evitar sin embargo
carnicerías contemporáneas como las de Ruanda o Kosovo.
Los resultados internacionalmente probados de políticas de presión a
regímenes violadores de los Derechos Humanos, el Sudafricano por poner
sólo un ejemplo, no parecen haber calado en la conciencia y práctica de
los estados democráticos. Diera la impresión que aquellas dictaduras que
proceden de ideologías de izquierdas o de supuestos movimientos
igualitaristas, reciben la bendición sacralizada de los estados
demócratas. Al menos eso es lo que se desprende en el caso cubano de la
praxis política de esos estados.
Excelentísimos mandatarios; no queremos hoy escalar la torre de marfil
de la alta política ni adentrarnos en los insondables preceptos de las
estrategias regionales o globales, tan sólo pedirles que en consonancia
con los ideales que representan y para la defensa de los cuales han sido
elegidos democráticamente por sus respectivos pueblos, definan hoy clara
e inequívocamente el carácter del interlocutor que se abroga el derecho
de personificar al pueblo cubano.
El presente lo torna inexcusable y el futuro los observa. Con todos los
respetos, deseamos a Uds. los mayores logros en su desempeño político
así como en el ámbito personal;
Coalición de asociaciones opositoras:
Plataforma Cuba Democracia ¡Ya!
Frente Nacional del Presidio Político Cubano
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