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Artículos
Los gladiolos de la libertad.
Por William Navarrete*
Me gustaría saber en qué país del mundo las esposas y madres de los
condenados a excesivas penas de prisión, a vejaciones y chantajes, por
simple delito de opinión, exhiben, como únicas armas un gladiolo en sus
manos y un cántico esperanzador de libertad. Me gustaría saberlo porque
es conocido que la historia no escasea de mujeres guerrilleras, de
mujeres milicianas, de mujeres kamikazes, de mujeres que se unen a los
hombres para hacer que granadas y bombas exploten llevándose a los
predios insondables de la muerte a miles de inocentes. También me
gustaría saberlo porque contra éstas no se escucha vituperio alguno,
como si hacer la guerra y sembrar el caos, la confusión y el pánico
fueran por derecho de justeza pecadillos que no merecen atención alguna.
Sin embargo, ellas, las Damas de Blanco, las mujeres cubanas que cada
domingo asisten pacíficamente a la misa de la iglesia habanera de Santa
Rita, en el reparto de Miramar, sólo llevan consigo el color de la paz
en sus atuendos y una voluntad inquebrantable de enfrentarse al
totalitarismo castrista para exigir los derechos que los cubanos han
perdido desde hace más de cuatro décadas.
Ahí están ellas, muy dignas, y como bien señaló el periodista
independiente cubano Manuel Vázquez Portal, encarcelado a raíz de la
Primavera Negra del 2003, excarcelado y luego desterrado, en su sentido
homenaje "Explosión de los lirios", son ellas la esperanza de Cuba y en
las filas del movimiento espontáneo que las alienta sus nombres y
profesiones representan un vasto espectro del pueblo cubano.
Al exigir la amnistía de sus esposos, hermanos e hijos están reclamando
la libertad de todos los prisioneros políticos del totalitarismo, están
simbolizando ante el mundo la lucha pacífica de las mujeres por los
derechos de todos los ciudadanos. En diferentes ocasiones, casi siempre
en fechas simbólicas marcadas por el aniversario de la oleada represiva
del 2003, han desfilado, al descubierto, por las calles de La Habana. Se
han dirigido a las altas instancias políticas del gobierno, a la
eufemística Asamblea Nacional del Poder Popular, a los órganos de la
prensa monolítica, han recogida firmas, se han dirigido a periodistas
acreditados y a representantes diplomáticos. En otras palabras: no han
tenido miedo, no han desfallecido un solo instante.
También han sido víctimas de contramanifestaciones orquestadas por el
régimen y se han enfrantado con sus cantos de paz a la chusma de las
federadas uniformadas, esa organización politizada que es tal vez uno de
los mejores ejemplos de la militarización de la vida cívica cubana y una
de las violaciones más escandalosas de los derechos humanos ante el
mundo.
Sin embargo, en la obsesión de no ofrecer al pueblo cubano el derecho a
la libertad, son pocos los articulistas y pocos los políticos
extranjeros que se interesan en ellas. Se les ve poco en la prensa,
contrariamente a aquellas madres argentinas de la Plaza de Mayo –cuya
cabecilla se besuquea ahora con el decrépito caudillo– que salían hasta
en los programas de entretenimiento, en las tardes ociosas de domingos.
Digo que se les ve poco y tal pareciera que se intenta ocultar con los
gladiolos que empuñan, la luz de la verdad que están vociferando cada
día a los oídos sordos del mundo.
Pero no están solas. Con ellas, junto a Laura Pollán, a Gisela Sablón
Delgado, a Beatriz del Carmen Pedroso León, Yolanda Huerga, Isabel
Ramos, Eduarda Caridad Lazaga, Alida Viso Bello, Catalina Cano, Miriam
Leyva, Alida Molina, Alicia Rojas, Elizabeth Pruneda, Bertha Antúnez,
Elsa Morejón, Reina Tamayo Danger, Nancy Alfaya, Asela Vega, Loida
Valdés, Tania Núñez, Yamilé Llanes, Magaly Broche, Dulce Amador Morales,
Bertha Soler, Bárbara Rojo Arias, Bárbara Collazo, y muchas más, junto a
todas ellas, están cientos de mujeres cubanas del exilio.
Junto a ellas están Martha Frayde, Ileana Fuentes, María Elena Cruz
Varela, Zoé Valdés, Gina Pellón, Madeline Cámara, Andrea Herrera, Nancy
Pérez Crespo, Gloria Leal, Laida Carro, Janisset Rivero, Yolanda del
Castillo, Lourdes Abascal, Sylvia Iriondo, Irma Alfonso, Belkis Cuzá
Malé, Iraida Iturralde, Sara de la Vega, Rosa Berre, Lourdes Pagani,
Olivia Ocampo, Maya Islas, Grace Piney Roche, Rosa Leonor Whitmarsh,
Marilú del Toro, Esperanza de Varona, Lesbia Orta, Bertha Mexidor,
Georgina Zayas-Marrero, Anolan Ponce, Caridad Roque, Mercedes Cros
Sandoval, Laura de Oña, Mirtha Caraballo, Teresa Benach, Josefina Vento,
Gladys Triana, Olga Nodarse, Alina Fernández, Ana Margarita Martínez,
Estrella Ogden, Ena R. Columbié, Eyda Machín, Gina Montaner, Lira
Campoamor, Mae Liz Orrego, Carmen Karin Aldrey, Julieta Navarrete Valls,
y tantas más, cubanas que viven en libertad y alzan sus voces en favor
de las cautivas.
Junto a ellas estamos todos, los que velamos por Cuba y la libertad, y
está también el milagro siempre renaciente de las flores para que los
gladiolos sean los rifles con que nos burlaremos siempre del odio, el
silencio y de la mezquindad.
París, 18 de junio de 2005
*William Navarrete (Cuba, 1968) Escritor. Ha publicado varios libros,
siendo el último su poemario "Edad de miedo al frío" (Cádiz, 2005).
Presidente de la Asociación por la Tercera República Cubana, residente
en París, Francia.
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