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Artículos
Castro exporta SIDA.
Por Víctor Llano
En la Isla que Esteban Dido convirtió en el mayor y más miserable
lupanar del mundo se han detectado casi todos los subtipos del virus del
SIDA. No otra cosa podían esperar los cubanos de los logros de la
robolución: terror, miseria, mentira y, por supuesto, SIDA. Ya lo saben
los miles de pepes que cada año viajan al burdel de la Gran Madame
Barbuda para servirse del hambre de miles de adolescentes infectados por
el VIH.
Los tres científicos iberoamericanos que intervinieron en la XV
Conferencia Internacional del SIDA celebrada en Bangkok, informaron que
un estudio elaborado el pasado año por expertos de varios países reveló
que en Cuba se dan “todos los subtipos del VIH africano”. Gloria
Echeverría, profesora de Inmunología de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Venezuela, aseguró que la presencia de cepas del VIH
procedentes de África guarda relación con el despliegue de las tropas
cubanas en Angola.
Los expertos -miembros de la junta de gobierno de la Sociedad
Internacional del SIDA- dudaron de la calidad de los medicamentos
antirretrovirales que se producen en la Isla, fármacos que algunos
estados de Iberoamérica compran a un gobierno que les exige a los
cubanos que lleven sus propias sábanas y medicinas a los hospitales. Así
les va. Según la doctora Echeverría, “los antirretrovirales que tenemos
en Venezuela, y que llegan vía Cuba, no son los que el paciente requiere".
A su juicio, en lo que se refiere al SIDA, la Prisión-grande es “una
bomba de relojería”.
Castro ya tiene su arma de destrucción masiva. Lejos quedan los tiempos
en los que en Nazareno Viejo o en Manto Negro confinaba a los portadores
del virus. Ahora lo exporta con la ayuda de los hoteleros extranjeros
que se prestan a multiplicar sus prostíbulos. Los cubanos viven en la
Edad Media. Varadero es África. Un inmenso lupanar infectado por el
virus que los mercenarios del coma-andante trajeron de Angola.
Con el SIDA no contaron los cientos de desalmados que, desde la más
despreciable avaricia, corrieron a asociarse con los verdugos. Y es
que”sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas, ¡ay Dios!”. No lo
sentimos por ellos. Tienen lo que les corresponde por socorrer a un
asesino. Nos duele por lo pobres cubanos que ven cómo sus hijos infectan
y son infectados por cientos de miles de turistas que disfrutan con su
miseria. En el pecado encontrarán la penitencia.
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