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Artículos
Cuba en las utopías de 'Foreign Affairs'
Por Soren Triff
Cuba vuelve a ser el lugar imaginario donde los occidentales resuelven
los problemas que no tienen solución en sus imperfectas sociedades
modernas. La revista Foreign Affairs ha publicado las perspectivas de
cuatro autores sobre el futuro de Cuba en los últimos meses. Se trata de
Jorge I. Domínguez, Julia Sweig, Carlos A. Montaner e Ignacio Ramonet.
Los tres primeros están inconformes con el presente y proponen un futuro
alternativo para Cuba. Ramonet, que favorece el estatus quo, sigue los
argumentos tradicionales del régimen y considera que imaginar el cambio
del estado actual sería una distopía, una catástrofe.
El argumento de Domíguez consiste en reconocer pragmáticamente el lugar
histórico de Fidel Castro, y el valor de Raúl como buen gobernante, pero
sugiere que la falta de legitimidad del mismo (carisma, dice él) debe
compensarse con ''prosperidad'', llevando a cabo una transición
económica hacia una economía de mercado. Este argumento no lo inventó la
CIA, sino que proviene de las propias filas del Partido Comunista, desde
los tiempos de las reuniones preparatorias para el IV congreso del
partido de 1990. La audiencia ideal de esta narrativa son las dos ''inteligencias''
cubanas (la Seguridad y los intelectuales). Domíguez reconoce a Raúl
como único agente de cambio y omite a Estados Unidos como parte de la
ecuación.
Sweig presenta una variante de realpolitik en la que como el régimen
cubano no va a cambiar, como prueba el traspaso de poder a Raúl, Estados
Unidos debe comenzar conversaciones con altos funcionarios cubanos
inmediatamente sobre temas en los que el régimen quisiera conversar;
esto acabaría con la mentalidad de ''fortaleza sitiada'' y quizás
ayudaría a acelerar la reforma. Sin embargo, Sweig se contradice cuando
afirma que lo mejor para Estados Unidos es quitarse del camino y
sustraerse de la política nacional cubana.
Sweig desarrolla el argumento típico de quienes utilizan las relaciones
internacionales como parte de la guerra cultural ''por otros medios'',
es decir, para establecer su autoridad moral en la manera en que Estados
Unidos maneja la política, el estado, o el capitalismo más que el
interés en examinar las relaciones internacionales. Esta postura suele
imaginar una falla moral intrínseca en el gobierno (corrupción), el
estado (injusticia) o el sistema capitalista (explotación) que se
solucionaría solo si Norteamérica actúa como desean los gobernantes
extranjeros. La audiencia de Sweig son las minorías cercanas a los
extremos políticos y algunos grupos de interés.
La utopía de Montaner imagina que Cuba será una democracia pluralista
con economía de mercado y propiedad privada, creada de manera pacífica
por reformistas y opositores democráticos. La predicción se basa en que
el poder de Fidel Castro no es transferible, el sistema ha fracasado
económica e ideológicamente, y los reformistas desean el cambio y tienen
los incentivos morales y materiales para lograrlo. Esta es una narración
mítica del intelectual de izquierda en la que los seres humanos, después
de pasar por pruebas difíciles, se unen para encontrar la paz en el
paraíso democrático. Los lectores de esta visión deben ser intelectuales,
idealistas o cubanos atrapados por la claustrofobia o abandonados al
ostracismo.
Los cubanos, quinientos años después del padre Bartolomé de Las Casas,
siguen siendo materia prima con la que Occidente se despide de la última
nostalgia imperial y sueña la próxima pesadilla autocrática.
Fuente: El Nuevo Herald
14 de febrero, 2007
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