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Artículos
Hablemos de racismo. (2ª Parte)
Por Miguel A. García Puñales.
Manipulación política e intrusismo analítico
Volvamos sobre nuestros pasos e intentemos sin encasillamientos extremos
un análisis pausado sobre la situación actual de la discriminación en
nuestro país.
No voy a remitirme de forma extensa al método histórico, pues ha sido
utilizado en numerosas publicaciones, conferencias, charlas etc. por
todos los que sobre el tema hemos opinado.
Si bien el curioso lector que quiera profundizar en él, nunca espere
encontrar criterios mas o menos uniformes entre los diferentes analistas,
ni tan siquiera en el tratamiento de la hechología concreta vinculada al
tema.
Sólo para citar un ejemplo; la cantidad real de muertos durante la
represión al levantamiento del general Evaristo Estenós en 1912, nunca
ha podido ser precisada con certeza, sólo se dispone de despachos de
prensa y alguna declaración oficial muy nebulosa. Según sea el expositor
se atendrá a una cifra u a otra en dependencia de su línea argumental.
Foto de la época: Autopsia al
General Evaristo Estenoz
Igual o aún peor ocurre con el tratamiento del tema referido a las
políticas de la actual dictadura. Coincidiendo peligrosamente con las
nuevas prácticas de manipulación social del gobierno cubano, algunos
analistas del patio y algunos estudiosos extranjeros, pretenden endosar
una parte importante de las causas de la marginalidad de algunos
sectores raciales a su discriminación actual por la parte “blanca” de la
sociedad.
Un primer problema a la hora de endosar las conclusiones analíticas,
sigue consistiendo en la adjudicación de la categoría racial “negro” a
un enorme espectro de fenotipos raciales, muchos de los cuales siendo
mestizos no se identifican a sí mismos –auto imagen consolidada- como
miembros de la raza negra.
Usualmente, los analistas pecan al brindar una visión europeizante sobre
las gradaciones del color de la piel. Es común en tierra ibera que se
haga referencia a todas las mezclas donde participe la raza negra como
“negros” o incluso “negritos” cuando les da por minimizar lo que pueden
considerar equívocamente como una ofensa.
En próximos artículos haremos referencia a cómo en una sociedad europea
que se auto reconoce a sí misma como antirracista y donde cualquier
manifestación formal de discriminación racial es considerada punible; Es
común la práctica de un profundo racismo, fehacientemente asentado en la
mentalidad de una parte importante de la población.
Y es que el fenómeno racista es una deformación de la individualidad
psicológica antes y después que social, pero con manifestaciones
sociales tan mimetizadas que son capaces de convertir la ley en papel
mojado, incluso ante la voluntad inequívoca de las autoridades por
hacerla cumplir.
Es hora entonces de volver sobre las conclusiones de la mesa redonda
sobre racismo en el pasado Congreso de la Cultura Cubana efectuado en
Madrid, referenciadas en la primera parte de este ensayo. Lo haremos sin
seguir su orden original para facilitar lo que exponemos. Conclusión
segunda; -Su eliminación (del racismo) requiere de legislaciones
específicas.
Para comodidad del lector hemos intentado resumir esquemáticamente los
diferentes cuerpos legales cubanos con relación al tema de las razas:
Cuba. Cuerpos legales que han abordado el tema racial
Constitución de 1901 |
No recoge referencias específicas a la igualdad de razas
entre los cubanos, sólo referencias a la no existencia de
privilegios o fueros. Sin instrumentación de leyes específicas al
respecto. |
Constitución de 1940 |
Artículo 20:
“Se considera punible toda discriminación por motivo de sexo, raza,
color o clase y cualquiera otra lesiva a la dignidad humana” |
Código de Defensa Social |
No recoge ningún artículo referente a la instrumentación
del mandato constitucional en este tema. |
Constitución Totalitaria de 1976 |
Artículo 42:
"La discriminación por motivo de raza, color de la piel, sexo,
origen nacional, creencia religiosa y cualquier otra lesiva a la
dignidad humana, está proscrita y es sancionada por la ley". |
Código Penal (ley 62) |
Artículo
295:
“ sanción de seis meses a dos años de privación de libertad o multa
de 200 a 500 cuotas, o ambas, al que discrimine a otra persona o
incite a la discriminación o difunda ideas basadas en la
superioridad u odio racial o cometa actos de violencia o incite a
cometerlos contra cualquier raza o grupo de personas de otro color u
origen étnico” |
Como puede observarse a simple vista -y verificarse si se desea con la
consulta de todos los textos legales emitidos al efecto-, ha sido el
gobierno totalitario y no otro el que más preceptos legales ha legislado
con relación al tema racial.
Coincide sin embargo el común de los analistas al afirmar que la
exacerbación del debate sobre la discriminación racial a partir de 1959,
tuvo objetivos políticos bien delimitados para el gobierno comunista;
Primero: presentar la situación republicana que le antecedió como
caótica en términos de discriminación racial, instituyéndose como la
verdadera solución definitiva del asunto... y
Segundo: ganar el apoyo de negros y mestizos a los que se les presentó
la dictadura como su valedora social.
Eso explica consecuentemente por qué, -sumado a la propaganda sobre el
estado de la segregación racial en los Estados Unidos-, la emigración y
el exilio cubano se nutrieron mayoritariamente de blancos, al menos
hasta 1980.
Y es precisamente ese, uno de los argumentos que se manejan a la hora de
referirse a la penosa situación socio-económica de este sector de la
etnia cubana; las relativamente bajas tasas de cubanos de la raza negra
que se benefician de las remesas familiares procedentes del extranjero.
Es una serpiente que se muerde la cola y que es manipulada por la
oportunista clase gobernante del país. Afirmar que los negros se
encuentran discriminados por el hecho de que reciben menos cantidades de
remesas familiares es un disparate; que oí con asombro repetir, incluso,
a miembros de la mesa que debatió el tema en el Congreso.
Es como mucho, la constatación de una realidad económica que pesa sobre
un sector de la población, dados sus escasos vínculos familiares con el
exilio.
Y es ante todo la consecuencia normal de la política de un gobierno que
ofrecía a una parte de la población, -con su habitual estilo populista-,
beneficios que en la práctica no materializó, o si lo hizo fue durante
un tiempo limitado y con un costo social impagable, las guerras de
África, por ejemplo.
Pero es no sólo un inmenso disparate -de tremendo peligro social
además-argumentar de forma categórica que los negros son discriminados
por los blancos en los beneficios sociales y en los puestos de trabajo
no vinculados al capitalismo de estado.
Ocurre, eso sí, con el acceso a las estructuras del verdadero poder
político del país y ha estado ocurriendo con el acceso a las áreas
dolarizadas, en especial la alta dirección de la nueva empresa
capitalista estatal y en parte a los puestos de trabajo subalternos en
esos mismos renglones económicos.
Con lo cual puede llegarse a la conclusión, que siendo el estado el
único empleador, es entonces el estado el que puede ser acusado de
racista y esto ya no cae dentro del universo de la psiquis individual de
cada cubano, sino en la estructura de pensamiento político de la clase
en el poder, que se salta su propia ley cuando lo considera pertinente.
Ejemplos de esta última afirmación se cuentan por miles.
Es falso como se afirma que el color de la piel limitara el acceso a los
diferentes puestos de trabajo y profesiones –exceptuando las áreas
anteriormente mencionadas- y defender esa tesis desde dentro o desde
fuera del país, no sólo permite el intrusismo de analistas malamente
informados sino que además en aras de criticar a un estado despótico, se
le hace el juego.
En realidad los muros de contención social, representativos de una
sociedad con educación elitista en el orden racial, hace mucho se
perdieron; negros, blancos y mestizos han convivido juntos en los
internados escolares, compartido aula, mesa y en muchos casos cama. Así
se educó el actual 80% de la población de la Isla. Eso es tan cierto
como el hecho de que la nivelación de barracón perseguía fines más
sofisticados; “la educación ideológica de las nuevas generaciones”,
sobre la que se fundamenta el relevo generacional de apoyo a los
totalitarismos.
De cualquier raza y condición son los médicos, profesores, maestros,
enfermeros, ingenieros, veterinarios y también de cualquier raza y
condición los trabajadores manuales, vendedores ambulantes y buscavidas
que integran la inmensa mayoría de la población.
La publicitación a principios de 2003 de los “resultados” de
investigaciones especializadas sobre el tema, encargadas por el Consejo
de Estado a la Academia de Ciencias, la utilización por Castro de esos
resultados para largar discursos despotricando sobre la situación de
marginalidad de los negros, por supuesto que achacándola a actitudes
individuales y la repercusión que esto tuvo en la prensa, no sólo
nacional, también extranjera, permite comprender por qué los resultados
estadísticos sobre composición racial de la población cubana han sido
causa constante de elucubraciones.
Nadie es profeta en su tierra, sobre todo si esa tierra es Cuba. Las
constantes citas de los estudiosos del tema al sociólogo sudafricano
Richard Segal o al etnólogo suizo Jean Ziegler, no tienen más valor que
el aporte de las hipotéticas cifras sobre la composición racial cubana
que ambos estudiosos estiman en sus trabajos.
Parten del esquema clásico que ignora a la cubanidad como etnia e
intentan la agrupación racial de la población nacional en los cuatro
estamentos tradicionales, ignorando incluso el estamento supuestamente
asiático.
Estimaciones
según autor |
Negros % |
Blancos % |
Mestizos
% |
Otras
% |
Richard
Segal (Sudáfrica) |
55 |
30 |
15 |
No estimado |
Jean Ziegler
(Suiza) |
30 |
35 |
35 |
No estimado |
Investigaciones cruzadas (Cuba) |
30 |
30 |
39 |
1 |
Fuentes: Autores citados
Como es perfectamente
perceptible, el segundo de los autores es el que más se acerca a la
cuantificación formal considerada como probable en la Isla. Sin embargo
entre ellas existen diferencias notables.
Mientras que los investigadores de Cuba, agrupan los diferentes
fenotipos en cuatro líneas raciales más o menos definidas, pero
reconociendo que esta agrupación es sólo formal, los analistas
extranjeros intentan abordar la problemática desde ópticas clásicas o
incluso desde sus experiencias extrapoladas. De ahí que se refieran
durante todo el tiempo a los “afro-cubanos”, ignorando que la etnia
cubana incorpora el elemento afro con independencia del color de la piel
de sus integrantes, de la misma forma que incorpora las demás fuentes de
la formación étnica.
Cuando el investigador sudafricano se refiere a un supuesto 55% de la
población negra, ¿Se está refiriendo sólo a negros o por el contrario
utiliza esa definición racial para identificar dentro de ella a
determinados fenotipos mestizos?. Evidentemente calcular la población
mestiza sólo en el orden de un 15 % es, incluso empíricamente, un
disparate.
Más acertada en el cálculo, la estimación del Suizo adolece de defectos
similares, pero esta vez por exceso de la estimación de blancos; es
necesario recordar que ambos han carecido de trabajos de campo, sólo
ofrecen datos a partir de estimaciones teóricas.
De esta forma, en vez de estudiarse el grado de marginalidad de la
población cubana y dentro de esta, la pertinencia o no de determinados
grupos raciales, se da por sentada una marginalidad socio-económica de
origen racial.
Los niveles socio-económicos reales de la población cubana, se
encuentran lo suficientemente homogenizados por la miseria imperante de
los últimos 45 años, que es verdaderamente criminal el intento de
desviar una previsible explosión de violencia social hacia
resentimientos raciales.
Los analistas extranjeros y algunos nacionales, gustan agrupar a negros
y mestizos en una misma categoría “racial”, tanto más artificial, cuanto
es entre los miembros del estamento mestizo que mayor margen estadístico
se encuentra entre el fenotipo físico y la imagen que de sí mismos
tienen sus integrantes.
Es clásico de las naciones que basan su etnia en diferentes razas, que
el proceso de integración multirracial se manifieste a través de
contracturas más o menos importantes de auto imagen sobre todo en aquél
segmento de la población que mezcla orígenes raciales diferentes.
La contradicción psicológica del mestizo que intenta su inserción dentro
de una sociedad elitista de blancos ha sido tema incluso de las mejores
obras de nuestra literatura costumbrista del siglo XIX. De esa fecha a
nuestros días se ha producido una mezcla tal en la población, que una
parte importante de esta se concibe a sí misma como “blanca” siendo
racialmente mestiza y ese sí es una fuente importante de racismo
avecindada en el nivel psicológico de una parte de la población.
No existe probablemente otro pueblo del planeta –y a las estadísticas
demográficas me remito- que partiendo de una población mayoritariamente
blanca, haya llegado a tal punto de mestizaje y en tan breve tiempo como
la cubana.
El arrastre social de la esclavitud, no ha sido solucionado íntegramente
en ningún país del planeta y aún espera hipotéticamente por la asunción
de responsabilidad con ese gran genocidio, que a no dudarlo tienen las
naciones europeas y los capitales criollos levantados con tamaña
explotación.
Ningún proceso de otorgamiento de la libertad a las masas de esclavos,
fue acompañado en su momento del suministro de los medios económicos
para su establecimiento como hombres libres, mucho menos en Cuba, que
fue además del último país del continente en alcanzar la libertad de sus
esclavos, los que menos recursos tenían en manos nacionales al lograr la
independencia – a diferencia de lo que existía en el momento del primer
levantamiento armado de 1868- fruto de la acumulación colonial y de las
expropiaciones en época de guerra.
Es pues una masa marginal que en el relativamente corto período de un
siglo –cuatro generaciones- no ha podido superar esa condición, mas que
por una vía probadamente efectiva; mezclándose con otras razas en mejor
posición socio-económica.
Cada matrimonio mixto facilitó una descendencia con alguna mejora
social, como lo demuestran los datos socio-demográficos. Si a eso
añadimos la declarada política de “blanqueamiento” de la población en
los primeros años de la república –con casi un millón de inmigrantes
españoles en menos de 20 años, para una población residente inicial de
poco menos de millón y medio de habitantes- tendremos un mosaico, donde
las diferencias de la pigmentación de la piel van desapareciendo
paulatinamente, por la más expedita de las vías: la mezcla, que
partiendo de concepciones racistas, -incorporada también por los
discriminados- perdura hasta nuestros días.
De la misma forma que ciertas actitudes de desprecio por el trabajo
achacadas tradicionalmente a la raza negra, han de buscarse en la
degradante práctica de la esclavitud y su secuela urbana, -la que Don
Fernando Ortiz describiera en sus estudios como “el negro curro”-,
tampoco estas son actitudes que identifiquen a una raza, mas que por la
mayoritaria pertenencia de esta raza a los estratos marginales.
Desde los tiempos clásicos se conoce de la baja productividad y rechazo
al trabajo por los hombres que no pueden ejercerlo de forma libre. En
ese aspecto la “revolución” ha igualado a todas las razas, asunto este
que no llegan a entender a derechas muchos de los inversionistas
extranjeros en Cuba a los que suele oír quejándose de la baja
productividad del cubano.
Lo que en numerosas naciones de asocia a prácticas vinculantes a un
entorno racial, no son más que actitudes derivadas de la marginalidad
impuesta por la misma sociedad, con una alta carga de exclusión social,
aderezadas por supuesto con las peculiaridades del grupo discriminado.
Tal ha sido el caso históricamente conocido de los gitanos y otros
pueblos nómadas y de las grandes masas de emigrantes modernos que osan
asentarse en entornos no sólo económico sino sobre todo socialmente más
estratificados.
En este punto tendríamos que recordar, que por ejemplo las
manifestaciones evidentes de racismo anteriores a 1959 no eran, -por
citar un ejemplo cercano- ni siquiera similares a las adoptadas en los
estados del sur de los Estados Unidos, donde la segregación racial era
legal; ni mucho menos parecidas a las del sistema adoptado en Sudáfrica.
De tal manera que las prácticas racistas en nuestra patria, eran a todas
luces prácticas fuera de la ley, encubiertas en muchos casos tras
vericuetos legales como la constitución de asociaciones elitistas que
permitían actas de fundaciones que tuvieran en cuenta el color de la
piel.
Sin embargo, nuestro problema actual, aunque con orígenes remotos,
depende mucho más de las circunstancias contemporáneas que de la memoria
social del devenir histórico.
La tendencia de la población isleña a encontrar una salida a su trágica
situación por la vía de la huída del territorio nacional, -que de una
manera u otra hemos cristalizado todos los que hoy día nos encontramos
en el exilio-, ha hecho aparecer una nueva tendencia; el rastreo de
cualquier vínculo ancestral que permita la vinculación personal a
familiares o antepasados ajenos a nuestra actual configuración étnica.
Es el nuevo mestizaje, la nueva forma de escapar del barracón.
Nos percataron entonces de la aparición de verdaderas patologías
sociales, la Etnofobia Intra étnica y su contraria la Xenofilia
Interétnica, ambas expresiones bien reales del profundo proceso de
deformación sociopática de la población cubana y que pretendemos alertar
desde estas páginas. Sólo ruego al amable lector que tenga la paciencia
de esperar la última parte de este trabajo, donde intentaremos comentar
las restantes conclusiones debatidas sobre el tema en el Congreso de la
Cultura Cubana.
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