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La Stasi entrenó a la Seguridad cubana
Por Michael Levitin

En la cavernosa cárcel subterránea otrora operada por la notoria policía de seguridad de Alemania Oriental llamada Stasi, Jorge Luis Vázquez lleva a un visitante a una húmeda celda totalmente oscura y cierra la puerta de hierro. El mundo se desvanece. Momentos después, se abre la puerta.

''Bueno ¿qué tal fue esto?'', pregunta Vázquez, un exiliado cubano que habla el alemán con fluidez y estuvo preso en una de las celdas de la Stasi en 1987, cuando Alemania Oriental era comunista. Ahora Vázquez dirige giras por la cárcel convertida en museo.

Pero más que eso, él ya casi ha terminado de escribir lo que posiblemente sea el más completo y concluyente informe hasta ahora sobre las relaciones de la Stasi con los agentes del MININT, el temido Ministerio del Interior de Cuba.

Vázquez afirma que ha hallado que el MININT es ''casi una copia'' del represivo sistema de seguridad de la Stasi en Alemania Oriental, exportado por ese país a Cuba en los años 70 y 80, y que los lazos entre ambas organizaciones van más allá de lo que se pensaba.

Desde el espionaje en habitaciones de hoteles turísticos a una interesante mención de la droga alucinógena LSD, el nivel hasta dónde la Stasi entrenó y suministró materiales y respaldo técnico a la agencia de seguridad castrista tuvo un extenso y áspero impacto en Cuba.

Los alemanes enseñaron a los cubanos cómo instalar sistemas efectivos de cámaras y de grabación, como por ejemplo, a qué altura deben colocarse los micrófonos, qué tipo de papel de tapizar oculta éstos con mayor efectividad, y qué tipo de iluminación debe usarse para tomar los mejores videos.

La Stasi suministró computadoras e introdujo nuevos métodos de archivo que organizaban, protegían y aceleraban el procesamiento de información por parte de los cubanos.

Suministró falsos espejos para los interrogatorios y equipos para hacer máscaras, bigotes y otros tipos de disfraces para cuando los cubanos usaran agentes encubiertos.

Y según dice Vázquez, que tiene 48 años, los cubanos todavía practican lo que aprendieron de los comunistas alemanes.

''El sistema represivo que existía en Alemania Oriental (. . .) es el mismo que existe en Cuba actualmente'', precisa Vázquez. ``Lo que el MININT aprendió de la Stasi no se ha olvidado. Al contrario, [las técnicas y estrategias] se mantienen vivas a pesar de la caída del Muro de Berlín''.

El amenazante control de la Stasi sobre casi todo aspecto de la vida pública y privada de Alemania Oriental se puede conocer en la película The Lives of Others (Las vidas de otros), premiada este año con el Oscar a la Mejor Película Extranjera.

Se trata de un oficial de la Stasi y su conflicto interno mientras protege a un dramaturgo disidente cuyo apartamento está completamente minado de artefactos espías de la agencia.

Situada en medio de unos lúgubres bloques de apartamentos en el antiguo Berlín Oriental, la Stasi, abreviatura de Staatssicherheit, o Seguridad del Estado, se las arregló mediante el espionaje, la intimidación y la tortura para convertirse en una de las agencias de inteligencia más temidas del mundo.

Cuando se derrumbó el Muro de Berlín en 1989, la Stasi tenía 91,000 empleados y 350,000 colaboradores en un país de 17 millones de habitantes. Cuando se abrieron sus archivos al público a principios de los años 90, los ciudadanos de Alemania Oriental se enteraron de que hubo 986 muertes documentadas en la prisión, y descubrieron 112 millas de archivos de información sobre sus compatriotas.

Esa viene siendo la distancia que hay entre La Habana y Cayo Hueso, bromea Vázquez durante una gira por el museo, conocido ahora como el museo conmemorativo Berlin-Hohenschosenhausen.

Vázquez, quien tiene una abundante cabellera castaña y habla con mucho entusiasmo, aprendió alemán cuando era un adolescente en uno de los institutos de idiomas de Cuba. Después lo mandaron a Alemania Oriental como traductor para los cubanos que estaban estudiando allí, y de 1982 a 1987 vivió en Karl-Marxstadt, ahora Chemnitz.

También viajó mucho por Europa Oriental, donde sus conversaciones con la gente sobre las penurias diarias en Polonia, Hungría y Checoslovaquia ensombrecieron sus ideas sobre el comunismo. Según él, fue en Moscú ''donde más me traumaticé viendo el desastre político y económico del comunismo''.

Pero en 1987 Vázquez ayudó a un músico cubano que estaba de visita a escaparse a Canadá. Lo arrestaron y lo interrogaron durante una semana en la cárcel de la Stasi, y después lo deportaron a Cuba escoltado por una guardia armada.

Luego de varios días en una cárcel de La Habana que describe como una experiencia ''medieval, en celdas inmundas y diminutas, sin tener con qué cobijarse y oyendo los gritos de los otros presos'' lo soltaron, pero ya no podía conseguir casi ningún empleo.

Después, se casó con una ciudadana alemana, regresó a Berlín en 1992 y en 1996 pudo ver su expediente en la Stasi. Empezó a hacer sus investigaciones en el 2002 y ha descubierto cientos de archivos, leído miles de páginas de documentos oficiales y publicado docenas de artículos en Misceláneas, una revista de exiliados cubanos radicados en Suecia.

Y ahora le está dando los toques finales a su informe La Conexión Habana-Berlín: Secretos de Estado y Notas Sobre la Colaboración entre la Stasi y el MININT. Está buscando el modo de publicar el informe, escrito en español, como libro.

Admite que el informe no intenta ser imparcial.

''Quiero provocar un cambio'', dice. ''Cuando un sistema de seguridad tiene sus propias prisiones, jueces, abogados e interrogadores y nadie los controla, como ocurre en Cuba, es la seguridad estatal lo que está sosteniendo al Partido Comunista, y es la represión lo que sostiene al régimen cubano''.

''Quiero responsabilizar al gobierno cubano; quiero denunciar sus relaciones con la Stasi''. Pero los materiales que él ha sacado a relucir de esa cooperación entre agencias de seguridad hablan por sí mismos.

La Stasi reconstruyó el sistema telefónico y de comunicaciones del MININT en 1988 para facilitar el espionaje. Antes de eso, en 1981, modernizó el sistema de imprenta del mismo ministerio para facilitar la producción de propaganda partidista y de pasaportes falsos que se utilizaban en el espionaje y la subversión, cuenta Vázquez.

La agencia alemana también renovó el sistema de seguridad del Aeropuerto Internacional José Martí en La Habana, instalando cámaras, casillas de control y equipos ultramodernos de rayos X, todo idéntico a lo que tenían en Alemania Oriental.

Los esfuerzos coordinados de espionaje entre ambos aparatos también ayudaron a aumentar los medios para la labor de inteligencia del servicio secreto cubano. El estudio de Vázquez revela que en 1985, la Operación Palma Real, una acción conjunta de ''espionaje electrónico'' de agentes cubanos y alemanes, resultó en valiosas interceptaciones de comunicaciones telegráficas y telefónicas de la Base Naval de Guantánamo.

Más allá, la Stasi entrenó a las guerrillas cubanas enviadas a ultramar para subvertir a otros gobiernos, enseñandoles tácticas de observación, espionaje e interrogación que expandieron considerablemente el impacto de Cuba en conflictos desde América Central hasta Africa, según los documentos que Vázquez ha obtenido.

''Lo que vemos es una copia del sistema de la Stasi que se extiende por todo el mundo desarrollado, desde Angola, Etiopía y Mozambique hasta Nicaragua, Guatemala y El Salvador''. Los cubanos a su vez les pasaban la metodología y la tecnología a otros.

Y está también la interesante mención de la droga LSD en una carta del departamento de suministros del MININT, que formalmente le solicita unas 360 dosis del alucinógeno. El documento no explica el uso planeado.

Sin embargo, las relaciones entre la Stasi y el MININT no siempre eran cálidas.

Vázquez revela que la agencia alemana frecuentemente criticaba a sus colegas del Caribe por ser desorganizados y descuidados al dejar que se filtrara información a espías estadounidenses, además de no adquirir dominio en el uso de códigos secretos.

''Era una confrontación cultural: los cubanos eran de una manera, por ejemplo, no eran puntuales, y los alemanes eran todo lo opuesto'', comenta Vázquez.

Algunos de los métodos de la Stasi simplemente no funcionaban en Cuba.

En Alemania existía una técnica para almacenar el olor corporal de los disidentes para poderlos perseguir con perros de ser necesario, pero eso no funciona en el húmedo trópico, según documentos hallados por Vázquez.

En los 18 años que hace que cayó el Muro de Berlín, la otrora Alemania Oriental tal vez haya hecho más esfuerzos que cualquier otro país del bloque soviético para abrir los archivos que se mantenían con información de sus ciudadanos, y por confrontar las sombrías interrogantes que todavía hay en su pasado.

Vázquez espera ahora que la publicación de su estudio pueda servir ''de base para otros, desde Polonia hasta Bulgaria, para realizar investigaciones similares'' en toda Europa Oriental.


Fuente: El Nuevo herald.
Publicado el domingo 04 de noviembre del 2007.