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Socialismo Cultural: La Polis Americana lo Rechaza.
Por: Alberto Luzárraga

Cabe preguntarse ¿Por qué el occidente incluyendo los Estados Unidos, durante buena parte del siglo XX cayó en las redes de la llamada 'lucha cultural'? ¿Por qué una vez demostrado que el marxismo es un fracaso hay quien lo propone? La respuesta se remonta a los métodos e ideas de Antonio Gramsci. Gramsci fue un comunista italiano que regresó a su patria tras haber visitado la Unión Soviética de las purgas estalinistas. Sabía que ese sistema no funcionaría en Europa. Era preciso ensayar algo diferente utilizando métodos más suaves.

Ahí estuvo su acierto. En los países del occidente el éxito sólo podía obtenerse 'vendiendo' el comunismo, y no imponiéndolo a sangre y fuego. Razonó que era preciso cambiar la cultura. El 'proletariado' se aferraba a ideas de nación, patria, religión y moral que chocaban con el 'internacionalismo proletario.' Además, ¡horror! , compartía esas ideas con sus gobernantes 'hegemónicos.' (Fue Gramsci quien puso de moda la palabrita) Para cambiar la cultura y llegar al pueblo había varios caminos. Primero, penetrar la docencia convenciendo a los maestros para así captar las mentes de los formadores. Proceso de captación de persona a persona, lento, pero seguro.

Segundo, llegar al pueblo directamente. Los intelectuales de izquierda estaban demasiado distantes. Tal vez los entenderían los maestros pero no la mayoría de la gente. Inventó pues el 'intelectual orgánico', un cuadro especialmente entrenado que viviría en un barrio y crecería con él, como una persona más con su trabajo y familia. Pero sería diferente pues tendría como preocupación básica y meta en la vida el esparcir la ideología marxista. Ello sería la medida de su éxito en la vida. Y además se usarían 'figuras de influencia' que sin ser intelectuales serían bien conocidos, tales como artistas, deportistas etc. que actuarían por diversos motivos incluyendo la vanidad personal.

Gramsci murió en la cárcel pero dejó escritos de gran sentido práctico. Se han usado para vender de todo. Los deportistas que venden zapatos son una evolución de las 'figuras de influencia' Gramscianas. Michael Moore también lo es. En el plano político el método Gramsci explica en parte por qué hay tantos profesores universitarios, etc. de izquierda y tantos agitadores de barrio. Y también por qué hay tantos artistas metidos a 'maestros' de política. Son el producto de muchos años de trabajo y proselitismo.

Sin embargo, la teoría tuvo que enfrentar un problema. Tras la caída de la Unión Soviética el comunismo se reveló como un fracaso económico y social. Era un producto invendible. Se imponía un cambio: reclutar 'figuras de influencia' exitosas en lo económico.' Entra en escena el millonario populista, ambientalista, anti-nacionalista, internacionalista a ultranza, o cualquier otro 'ista.' que implique intervención estatal masiva. Si las causas son parcialmente legítimas aún mejor. Mezclar verdades parciales con mentiras siempre ha sido buen método para engañar.

El personaje descrito es un nuevo animal en la fauna Gramsciana. No es marxista en la mayor parte de los casos. Es más, con frecuencia, el socialismo teórico le importa un comino. Pero entiende muy bien que es un camino al poder en el cual aspira a participar prominentemente. Recuerden que en el fondo, Gramsci ideó un método de ventas y al que tiene de todo hay que venderle lo que no tiene.

He aquí la explicación de los millonarios enriquecidos en toda clase de negocios (algunos no muy claros) que aparentemente rasgan sus vestiduras en favor del socialismo a través de la creación del estado niñera. Es el estado que promete de todo, y da poco y malo pero le organiza la vida a todo el mundo hasta los detalles más nimios.

Pero en Estados Unidos los Gramscianos han encontrado un problema. Existe una enorme clase media que no compra el invento y se mantiene fiel a sus ideales. Un reciente artículo (Dem. de La Creme) por Carl Zinsmeister publicado en el Wall Street Journal en Sep. 2/04 hace referencia a datos estadísticos de la elección del año 2000 y muestra la nueva división de fuerzas. Tradicionalmente se suponía que los republicanos eran el partido de los ricos y los demócratas el partido de los pobres. Pero a partir de los 60s y 70s una buena parte de la clase media, militares, amas de casa, policías, trabajadores de la construcción, creyentes, habitantes de las zonas rurales, grupos étnicos, dueños de negocios pequeños, han derivado hacia los republicanos. Mientras que los financieros, herederos, artistas, millonarios, figuras de la televisión, etc. han derivado hacia los demócratas.

Los demócratas han cambiado su antiguo enfoque sindicalista con profundos valores familiares y patrióticos, para caer en manos de personas con otros enfoques. Para complicar aún más el cuadro, existen figuras que actúan como si fueran 'intelectuales orgánicos' atizando odios raciales y clasistas. Además, la dirigencia sindicalista también abandonó en buena parte su compromiso patriótico/familiar para abrazar causas ajenas a un segmento importante de sus afiliados, pues carecen de conexión con los temas laborales. Muchos demócratas tradicionales no reconocen el partido al cual se afiliaron. El partido perdió votantes y apoyo económico. Fueron a reemplazarlo con los nuevos ricos prometiéndoles poder y beneficios económicos. Ya no es el partido de los pobres.

Según la fuente citada las estadísticas de la elección del 2000 muestran que la clase rica votó por Gore el doble de lo que votó por Bush, 14% contra 7%. Mientras que aquéllos que ganaban menos de $30,000 al año, el 29% votaron por Gore y el 38% por Bush. En la campaña del 2004 los 15 mayores donantes al partido demócrata son altos ejecutivos de firmas de Wall Street. Los abogados de pleitos donaron 112 millones a candidatos políticos. El 71% del dinero de los abogados fue a los demócratas pues han defendido un sistema que facilita los pleitos a las empresas y produce honorarios enormes, en ocasiones de cientos de millones. Paradójicamente el candidato de los 'ricos' tiene muchos más donantes pequeños que el candidato del 'pueblo.' Lo cual se explica por una razón muy poderosa.

En la psique americana hay un rechazo instintivo del elitismo. El país se fundó huyendo del clasismo que imperaba en el viejo mundo. La idea americana básica es:

'Usted puede llegar a ser lo que quiera ser. Los límites son su talento y su dedicación al trabajo.'

Y esto choca de frente con el concepto de las figuras de influencia y los intelectuales. El partidismo pasa a segundo plano. La idea de que alguien sea tan brillante que me diga todo lo que tengo que hacer y 'paternalmente' atienda mis necesidades según su criterio no se vende bien a una población libre y emprendedora. Transmite una actitud de displicencia y una presunción profunda.

Los que ansían poder creen poder vender sus ideas a las 'masas ignorantes' que, para un elitista, es cualquiera que no juegue en su equipo aunque sepa leer y escribir. Pero resulta que, los emprendedores no son tan ignorantes sino que tienen mejores ideas y las hacen triunfar. Quiere decir que aparte de la minoría elitista que han convencido, sólo están captando nuevos adeptos en el estrato más bajo, incorporando a personas que ingenuamente creen, (siempre los hay) que alguien les va a resolver su problema y lo hará gratis.

La polis americana se va dividiendo en dos partes.

Por un lado los extremos altos y bajos aliados con los intelectuales de izquierda y las figuras de influencia.
Por el otro, una clase media cada vez más consciente de la maniobra elitista la cual rechaza como atentatoria a su libertad y su concepto de familia.

Ello tiene consecuencias muy importantes en este laboratorio de democracia. Consecuencias para Estados Unidos y para el mundo.

Si triunfase el estatismo elitista (que en sí es una nueva forma de fascismo disfrazada de socialismo) acabaríamos en tiranía. No hay otra consecuencia. Concentraría el poder y la riqueza. Eliminaría los controles ciudadanos. Crearía una nueva casta más eficiente que la marxista pero más siniestra porque en vez de prometer 'un mundo nuevo' y 'un hombre nuevo' prometería pan y circo ilimitados con tal de que hagan lo que digo. La legalización de las drogas (presentada como un 'adelanto progresista') fomentaría la robotización de la población que, unida a la estimulación de muchas conductas viciosas, crearía una masa dúctil y fácil de controlar.

No en balde esta tendencia ataca la familia y la religión que son los bastiones que se oponen a sus designios. No en balde tilda de fanáticos o 'intolerantes' a los creyentes y a sus contrarios ideológicos. Es simplemente una forma de censura intelectual mediante la cual se intenta ridiculizar cualquier opinión contraria. La llamada 'political correctness' no es más que eso, censura de la libre expresión.

Hay razones para mostrar optimismo. Los productos malos sólo se venden cuando no se conocen sus defectos. En este laboratorio de democracia un segmento muy importante de la clase media ha conseguido separar el trigo de la cizaña. El pueblo americano, con su gran instinto por la libertad, ha sido capaz de distinguir entre la propaganda falaz y la verdad. Con gran sentido común la ha bautizado como 'la corrección política' frase que lo dice todo en pocas palabras y se usa en el lenguaje común como ejemplo de conducta prescrita, no muy lógica y un tanto ridícula.

En el complicado mundo moderno con comunicaciones instantáneas la tiranía tiene medios de vender su veneno pero la verdad también tiene oportunidad de vender su natural acoplamiento al ser humano. Por eso triunfa, porque es humana. Un pueblo sano y bien informado entiende y rechaza la mentira. Es nuestra obligación entender la verdad y difundirla.

La verdad es la esperanza del mundo y de países como nuestra infeliz Cuba que la ha aprendido con mucho sufrimiento. Tengamos fe y sigamos exponiéndola, pues triunfará.



Fuente: www.futurodecuba.org