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¿Transición Cosmética o Cambio a Fondo? Varela señaló el camino.
Por Alberto Luzárraga
Llegados al final de este interminable partido de ajedrez que se llama
Cuba hay quienes quieren pactar un empate con el contrario. El problema
es que uno de los jugadores (Castro) se ha quedado sin las piezas
claves. Contra rey y reina sólo le quedan un rey bastante maltrecho y
peones atrasados que quiere disfrazar de reinas en uno de sus 'bluffs'
usuales. Pactar un empate es absurdo. Se intenta justificar con el
espectro de la alternativa truculenta, la inestabilidad social, si no
concedemos un respiro a la tiranía y le buscamos una salida cómoda a su
camarilla.
El planteamiento contiene una amenaza indirecta: si no se hace así hay
consecuencias violentas. Es una falacia. Los secuaces de Castro aspiran
a vivir y no a morir. Lamentablemente, de esa falacia se hace eco el
programa de Osvaldo Payá, inspirador del Proyecto Varela que para
facilitar el proceso 'pacífico' yerra al crear dos clases de cubanos:
los de segunda (exiliados) y los demás. Concede amnistías a troche y
moche equiparando a los luchadores por la libertad con los cercenadores
de ella.
Como proceder es asunto vital. El Padre Varela señaló el camino. Murió
exiliado en San Agustín renunciando acogerse a una amnistía para volver
a Cuba porque según nos dijo "no era un criminal" y porque "mi
separación de mi Patria es inevitable y en esto convienen mis más fieles
amigos. Acaso yo he tenido la culpa por quererla demasiado. Pero he aquí
una sola culpa de que no me arrepiento."
Varela, profesor de Derecho Constitucional, nos recordó que "por la
naturaleza todos los hombres tienen iguales derechos y libertad."
Enfrentó el mismo problema pues había muchos en su época que querían
transar y conformarse. A su labor docente la llamó "cátedra de la
libertad, de los derechos del hombre, de las garantías nacionales, de la
regeneración... la fuente de las virtudes cívicas."
Su análisis de los pueblos esclavizados en las 'Lecciones de Filosofía'
parece escrito para hoy y describe a Castro y comparsa: "Los pueblos
pierden su libertad o por la opresión de un tirano o por la malicia y
ambición de algunos individuos que se valen del mismo pueblo para
esclavizarlo, al paso que le proclaman su soberanía. Hay un fanatismo
político que no es menos funesto que el religioso, y los hombres muchas
veces con miras al parecer las más patrióticas, destruyen su Patria
encendiendo en ella la discordia civil por aspirar a
injustas prerrogativas. Otro de los obstáculos que
presenta al bien público el falso patriotismo, consiste en que muchas
personas, las más ineptas y a veces las más inmorales, se escudan en él
disimulando el espíritu de especulación y el vano deseo de figurar. No
puede haber un mal más grave en el cuerpo político y en nada debe
ponerse mayor empeño que en conocer y despreciar estos especuladores."
Es de sentido común que no se puede regenerar un país devastado sin ir a
fondo. He tenido que participar en muchas transacciones en que hubo que
reconstruir empresas. Jamás he visto que se confirme en sus cargos a los
responsables de la destrucción y se les den más recursos para
despilfarrar.
La impunidad y el 'aquí no ha pasado nada' tiene un costo terrible: la
apatía y el cinismo ciudadano. Un país atropellado se vuelve entonces
una tribu de buscadores de resultados a corto plazo a como dé lugar. Los
peores y no los mejores ascienden a los cargos y se disfrazan con otra
cara política. El resultado es precisamente la inestabilidad social que
supuestamente se quería evitar con un mal arreglo. Una Cuba regida por
grupos amorales y sin principios sería un desastre para sí misma y para
Estados Unidos. Esa Cuba aseguraría emigración ilegal permanente, unida
a delincuencia internacional.
Varela lo advirtió: "Infringidas las leyes en gran número llega el
pueblo a habituarse a estas infracciones y poco a poco va preparándose
el terreno para levantar otro monumento al crimen."
También nos previno en 'El Habanero' contra las buenas intenciones mal
fundadas: "Lo que más debe desearse en la Isla de Cuba, es que los
hombres de provecho... se persuadan de que ahora más que nunca están en
la estrecha obligación de ser útiles a su patria… que tomen parte en
todos los negocios públicos con el desinterés de un hombre honrado, pero
con la energía y firmeza de un patriota. No abandonen el campo para que
se señoreen de él cuatro especuladores y alguna chusma de hombres
degradados, que sin duda se animarán a tomar la dirección del pueblo si
encuentran una garantía de su audacia en la inoportuna moderación de los
hombres de bien."
En su momento seamos magnánimos. Hoy por hoy, ver la realidad tal cual
es.
Fuente:
www.futurodecuba.org
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