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Conducta Impropia.
Por Luis Alberto Ramirez*.

El periodista de El Nuevo Herald Wilfredo Cancio Isla acaba de publicar un artículo-denuncia titulado: “EEUU Niega Visa a Disidente Cubano”, en relación al caso de Osvaldo Alfonso, a quien la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana le retirara la visa como refugiado político.

No me cabe la menor duda que el colega periodista haya tenido su mejor intención al escribir el mencionado reportaje que nos ocupa, pero traer a la opinión publica un caso que más que el consabido “Perdón” que solicita para la “víctima” por el hecho expuesto, debió pedir para Osvaldo Alfonso la comprensión en vez de ese perdonar. Además, buscar la ayuda de Elizardo Sánchez Santacruz como parte de la defensa, ha sido algo poco prudente ya que esta persona en sí, puede hacerle más daño que bien al intervenir.

Es verdad que ser un disidente dentro de Cuba representa una actividad de muy alto riesgo donde no solamente la vida puede estar en juego, sino que también la libertad, la salud física y mental, la seguridad de la familia, de amigos o de colaboradores pueden estar expuestas a un riesgo muy grande, con el también muy largo etcétera adicional de indescriptibles y terribles crueles presiones para quienes se atrevan ejercer esta actividad en nuestro país. Eso es algo que se sabe. La evidencia acumulada es abrumadora.

Ahora, también los que escogen “los caminos del guerrero” dentro o fuera de la patria sometida y esclava, saben que el precio a pagar será cuantioso ya que el régimen tiene como política oficial permanente la aplicación del terror en todas sus formas y maneras, acompañado por supuesto, por todos los mecanismos que le permitan hacer perder lo más preciado que pueda tener un hombre: “Su Integridad Personal”.

Existe en cierta medida una especie de código personal cuando uno se decide a ejercer la actividad opositora contra la Tiranía. Este código más que una regla obligatoria es algo que se sobreentiende y muy personal en su aplicación. Digo que se sobreentiende y que es muy personal, porque la persona cuando pasa a formar parte de la filas de la oposición o disidencia, no tiene que hacer un juramento formal ya que la entrada a esta actividad es totalmente voluntaria, aunque como mencioné se sobreentiende que al dar ese paso la persona está aceptando una especie de código o regla de grupo que puede ser algo así o parecido: *Apoyar los esfuerzos en favor de los Derechos Humanos para Cuba y el mundo.

*Adoptar la política de justicia igual para todos.

*Trabajar por la libertad de expresión.

*Apoyar la libertad religiosa.

*Incrementar la fuerza y la cantidad de personas dentro y fuera de la oposición a Castro.

*Dar ejemplo de efectividad e integridad personal en sus labores.

*Tomar la parte de responsabilidad que le corresponda por el impacto de sus actividades opositoras.

*Ayudar a limpiar y mantener limpio el campo de las actividades a favor de la libertad de Cuba.

*Producir una atmósfera de protección y seguridad en toda actividad opositora, mediante ayudar a erradicar los abusos y la brutalidad de la Tiranía.

*Exponer y ayudar a abolir todas y cada una de las prácticas físicas y mentalmente dañinas en contra de la libertad de Cuba.

*Condenar y hacer todo lo que pueda para abolir todos y cada uno de los abusos contra la vida y la humanidad que comete la Tiranía.

*Que la integridad hacia uno mismo sea más importante aún que su propio cuerpo o bienestar.

Estos y otros puntos, pueden ser esos códigos que una persona acepta, entre comillas claro está, cuando entra a formar parte de la disidencia cubana. El cumplirlos o no, es algo muy personal de cada quien porque nadie está obligando a nadie a cumplir nada. Y ahí es que estriba la pureza y la brillante de ese opositor o disidente como se empeñan en llamarlo algunos.

Osvaldo Alfonso sabe muy bien que él no cumplió con nada de esto, y que su integridad personal está ausente de su vida. El debe de recordar también, su deficiente y cuestionable conducta en la época de “La Alianza Nacional Cubana” en el 1997. Es más, si él hiciese una evaluación sobre su nivel de integridad personal, notaria que el tipo de conducta impropia en su vida se pudiese haber convertido en un patrón.

El debe saber mejor que nadie la razón o razones para que los americanos le retiraron la visa de refugiado político. Si tuviera integridad personal, debería dejar de estar haciéndose la victima y asumir la responsabilidad por sus actos.

Mucha de la evidencia que lo incrimina es de dominio público. Seguir justificándose, solo servirán para apaciguar tal vez su conciencia, cosa ésta que dudo pueda lograr, o para simplemente intentar hacer creer lo que no es.

Pero la verdadera lección al final será, que la labor más grande que vamos a tener que hacer los cubanos es continuar amando a los demás a pesar de todas las razones para no hacerlo. Y que la verdadera muestra de cordura y grandeza es continuar haciéndolo.


*Luis Alberto Ramírez vive en Puerto Rico.

Fuente: La Nueva Cuba
Diciembre 21, 2004