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¿Por qué marchan solas las "damas de blanco"?
Por Lázaro González Valdés

Quince madres y esposas de presos de conciencia encarcelados por el partido comunista de Fidel Castro marcharon el 20 de marzo por céntricas calles de La Habana, llamando la atención sobre la injusticia de encerrar cubanos por sus ideas democráticas y reclamando la liberación incondicional e inmediata de todos los reclusos con causas políticas.

“Por primera vez, las damas de blanco tomaron las calles pacíficamente pidiendo la libertad de nuestros esposos ... hicimos una marcha larga, el pueblo nos ha visto, nos ha preguntado, y la población empieza a inquietarse por nuestra situación” -afirmó a la agencia EFE Laura Pollán, esposa de uno de los prisioneros de conciencia, Héctor Maseda, quien es masón grado 33 y fue condenado a 20 años de cárcel por ejercer el periodismo independiente.

¿Por qué si el pueblo ve, pregunta y se inquieta no se une a la acción directa no violenta de estas mujeres?

¿Por qué tampoco se le unen esos disidentes que siempre están dispuestos a entrevistarse con periodistas y funcionarios extranjeros?

He aquí mis respuestas a estas preguntas:

El pueblo no se une porque se encuentra en estado de desarraigo y por lo tanto sus principales actividades se reducen a cómo conseguir alimentos, medicinas, vestido, calzado y otros productos y servicios de primera necesidad los cuales en su totalidad son controlados por el estado socialista, que es lo mismo que el grupo minoritario denominado partido comunista y cuyos principales dirigentes son los hermanos Fidel y Raúl Castro.

Quienes pueden movilizar al pueblo, los disidentes notorios como Oswaldo Payá, Elizardo Sánchez, Manuel Cuesta y otros que viajan al extranjero, tienen excelentes contactos con la prensa internacional, les han entregado importantes premios y son recibidos por personalidades como Collin Powell, no quieren arriesgar las posiciones que ocupan porque ellos aspiran actuar en el escenario político de una Cuba libre y democrática. O sea: se preservan para ese momento. Lo que estaría muy bien de no hallarse la sociedad cubana bajo la opresión más terrible que haya existido en este hemisferio.

¿Para que ocupan el papel de líderes y plantean presuntas soluciones para la nación si no son capaces de sacrificarse como lo hacen, incluso desde sus celdas del presidio político, opositores como Néstor Rodríguez Lobaina y Oscar Elías Biscet, por citar un par de ellos?

Esta historia no es nueva sino que data de muchos años atrás. Por ejemplo, en 1996 los disidentes más notorios se opusieron a que una nueva generación de opositores dirigieran el movimiento unitario Concilio Cubano para convertirlo en programa de desobediencia civil. Para ello inventaron argucias como el “comité gestor” y el “grupo de los siete o G-7” sin que nadie los eligiera para asumir el rol de conductores de la alianza unitaria. Cuando los opositores exigieron y lograron un proceso democrático para elegir a los dirigentes de Concilio Cubano, ninguno de los disidentes (excepto Elizardo Sánchez, que no salió electo) quiso competir en las urnas. Es más, se opusieron con todas sus fuerzas a dicho procedimiento.

Esto explica porque cuando comenzó la represión contra Concilio Cubano fueron los disidentes quienes convocaron a la retirada, la cual enmascararon tras aquel “compás de espera hasta que hubieran circunstancias favorables”. Por supuesto, las circunstancias han empeorado lo que demuestra que las predicciones y procedimientos disidentes no sirven para enfrentar al régimen comunista de Castro.

Si Payá le dice a la prensa que la mayoría de los presos de la oleada represiva de marzo de 2003 fueron encarcelados porque apoyan el Proyecto Varela y también le asegura a los medios que se solidariza con estos compatriotas pero no sale a marchar junto a las madres y esposas de éstos, Payá es un inconsecuente pues su actuación desmiente su discurso.

Era de esperar que el pueblo cubano no se uniera a la marcha de las “damas de blanco” porque una sociedad desarraigada sólo responde a las convocatorias del amo que le pone el mendrugo de pan en la boca a cambio de la sumisión incondicional.

Sin embargo, ya es hora de que quienes gozan de notoriedad (y otros beneficios) por sus discursos en favor de la libertad y de la democracia dejen a un lado sus planes personales y actúen en pro de esa libertad y democracia que dicen defender.

En este momento histórico es que las madres y esposas de nuestros presos de conciencia necesitan apoyo real, no más palabrería y contoneo ante periodistas y funcionarios extranjeros.

Si estos disidentes llamaron a la retirada cuando Concilio Cubano, dejaron morir la unidad porque no ocupaban los puestos dirigentes pero ahora ya tienen la notoriedad y el rol principal que querían deben ser consecuentes y cumplir con su deber de ponerse a marchar junto a los familiares de las víctimas del comunismo.

Si no actúan ahora, no son más que manipuladores de la causa de la libertad en beneficio propio. La próxima marcha de las “damas blancas” dirá la realidad.

Entretanto, llamo a los gobiernos democráticos y decentes del orbe así como a las asociaciones defensoras de los derechos humanos a solidarizarse de inmediato con las “damas de blanco” porque de seguro que el aparato represivo del régimen comunista de Cuba descargará sobre ellas todos los golpes que pueda para impedir que sigan manifestando públicamente su protesta creadora.

¡En estas mujeres -al decir de José Martí- “van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana”!

Fuente: www.semanarioafondo.com