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La victoria electoral de Nicolas Sarkozy en Francia

Por Luis Tornés Aguililla

En buena medida, Sarkozy le debe su victoria electoral a la izquierda francesa.
Sin que su victoria pueda ser considerada un plebiscito, en la segunda vuelta de la elección presidencial más del 53 % prefirió votar por el concepto de sociedad desarrollado por Sarkozy a todo lo largo de la campaña electoral y según el cual, el ciudadano tiene que responsabilizarse y no esperar del Estado su salvación ni su realización como individuo.

La teoría económica y social de Sarkozy es insertar el país en lo que él considera la realidad que impone la interdependencia de las economías nacionales tanto en el seno de la Unión Europea como a nivel mundial, sin ocuparse de las posibles marginalizaciones sociales que –según Sarkozy – se neutralizarán de manera natural gracias a la reducción del actual nivel de desempleo ( 10 % de la población activa ) con menos reglamentación para las empresas, con menor presión fiscal y sin intervencionismo estatal.

Aunque del dicho al hecho haya buen trecho, todo indica de que buena parte de los votantes estimaron el pasado 6 de mayo de que ya era hora de intentar otras fórmulas alejadas del muy protector « capitalismo social » a la francesa.

A través de la elección de un hombre francamente de derecha, liberal, relativamente joven y dado a añejas amistades en los sectores de la finanza, los franceses mandaron un mensaje claro y tajante, en particular a los socialistas.

MENSAJE :
« Unirse a los que cantan enardecidamente « La Internacional », adoran la imagen del argentino Ernesto Guevara de la Serna y vomitan toda suerte de elucubración sin la más elemental coherencia en el contexto económico internacional, NO funcionará más en lo adelante ».

Y es que hasta el presente, el Partido Socialista Francés habrá estimado ( con mucha pragmática ) no poder declarar públicamente que ellos son sencillamente « socialdemócratas » porque semejante atrevimiento le traería graves dificultades electorales a la hora de contar con el apoyo de lo que queda del Partido Comunista y de la nebulosa fluctuante de la extrema izquierda en Francia que, como acabamos de ver en la elección presidencial, no representan una fuerza ideológicamente compacta ni capaz de presentarse unida a elecciones en un país de poetas enamorados de la estética de la lucha de clases. En Francia, la palabra « socialdemócrata » es un terrible tabú. La banda armada de La Habana bien lo sabe.

En efecto, un fenómeno inesperado de la interdependencia de las economías a nivel mundial es la incapacidad en que aparentemente se encuentra la izquierda democrática francesa ( socialistas y radicales de izquierda ) a la hora de mirar, de manera racional y sin la distorsión que sistemáticamente provoca la evocación de la historia, la relación entre los mecanismos económicos mundializados y el funcionamiento de la sociedad. Sarkozy no tiene ese tipo de problema en su mente.

No obstante, si en las elecciones legislativas previstas para el mes de junio del presente año, los franceses no le dan a Sarkozy una mayoría de diputados en la Asamblea Nacional, entonces Francia se despertará con un Primer Ministro socialista ( leer « socialdemócrata ») y con un gobierno de « centro-izquierda » que, sin la menor duda, limitará la acción del Presidente de la República a su « domaine réservé » : el ejército, las relaciones exteriores y las inauguraciones.

Los galos son pueblo de mucha maña política.
Sin tener que decirse las cosas se ponen de acuerdo como si una voz misteriosa recorriera el país de punta a cabo y, en ese esquema, suelen cambiar de personal político como de pantalón.

Nada…que la democracia es, indiscutiblemente, el menor mal posible.

Francia Mayo, 2007