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Artículos
El exilio: Única esperanza real de libertad a
corto plazo.
Por Jorge Hernández Fonseca
El panorama político cubano de la actualidad ha cambiado radicalmente en
los últimos días, tanto dentro como fuera de la isla. El mismo posee
ingredientes nuevos e inéditos en lo que respecta a las señales
procedentes del interior, así como en la actitud adoptada por una buena
parcela de comunidad internacional, la latinoamericana incluida.
Como consecuencia del reacomodo de fuerzas, básicamente por errores que
ha cometido el dictador en su juego político exterior, creo oportuno
realizar un análisis detallado de los aspectos que han modificado el
espectro cubano, así como de las consecuencias y significados de los
acontecimientos a que hemos asistido últimamente.
Por segunda vez consecutiva en pocos días, el dictador nos muestra su
capacidad de movilizar más de un millón de habaneros para ostentar
pública y notoriamente el apoyo que ellos dan a la revolución comunista
que él encabeza hace 45 años.
Estas manifestaciones ponen de relieve, al menos simbólicamente, la
fuerza que todavía tiene en su agonía el balbuceante dictador cubano,
que pretende estructurar una sucesión sin traumas, dejando a Raúl Castro
y a sus generales el camino expedito para continuar con la experiencia
empobrecedora a que hemos sido sometidos estos últimos 45 años, como
opción dictatorial a la anhelada transición democrática. Los últimos
acontecimientos prueban que una sucesión tranquila es imposible,
imposibilidad que debemos consolidar.
Dentro de EUA, aparentemente, ha sido derrotada finalmente la línea
sucesoria promovida por el ejército norteamericano (sugerida por la
espía Ana Belén Montes) para apoyar una sucesión pacífica con Raúl a la
cabeza, enarbolando el peligro de una estampida balsera. El plan de Bush
es un síntoma evidente del fracaso de la sucesión.
Sin embargo, se acercan elecciones presidenciales en Norteamérica y el
candidato opositor pudiera revivir la línea política-militar sucesoria
que jerarquiza a Raúl por encima de la democratización que aspiramos
todos los cubanos dentro y fuera de la isla.
Creo que las demostraciones públicas y masivas que acaba de dar la
dictadura con sus desfiles en pocos días, tienen significados
importantes para los cubanos, sobre todo para los exiliados, por lo cual
estimo importante una profundización del tema.
Adicionalmente, la reacción del dictador a las medidas de Bush ha sido,
en lo doméstico, un golpe al estómago de los cubanos (no de EUA) del
cual difícilmente el dictador y sus consejeros saldrán ilesos si no
cambian urgentemente sus decisiones al respecto. Un nuevo período
especial provocará otro maleconazo de imprevisibles consecuencias.
Analizando el motivo y las causas de la presencia masiva de cubanos en
los actos recientes, primero el día del trabajo y posteriormente en otra
marcha por malecón, frente a la oficina de intereses de EUA, se extraen
interesantes conclusiones.
Para el análisis tomaremos como base algunas hipótesis, nacidas de la
experiencia de cómo piensan los cubanos participantes de esas marchas y
actos realmente, junto a la experiencia de haber vivido años en la isla,
conociendo la sicología especial que se vive.
Primera hipótesis: No todos los que fueron a los actos apoyan realmente
la dictadura.
Segunda hipótesis: Existe un mecanismo de presión, bastante efectivo,
para que cada trabajador, estudiante o ciudadano simple, haga acto de
presencia en las marchas.
Tercera hipótesis: Existe un mecanismo interno de cada individuo, que
tiende a justificar su presencia en los actos, con independencia de la
presión oficial para que asista.
Es claro que también existen los “revolucionarios” - sean comunistas o
no, del partido o no - que realmente asisten a esos actos para mostrar
ostensivo apoyo a la dictadura, entendiendo que Cuba ha ganado “un sitio
de honor en el mundo”. Todavía quedan.
Entre los asistentes, son ‘los revolucionarios’, según mi personal punto
de vista, el sector minoritario y si fuera el caso de que los que no
simpatizan con la dictadura se quedaran en sus casas, los desfiles y
marchas serían un verdadero fracaso. Pero esto no sucede.
Este es el marco del análisis para el cual de inmediato surge la primera
pregunta:
¿Porqué una persona que no simpatiza con el régimen asiste a actos de
apoyo explícito al dictador, más allá de las presiones para que lo haga,
mitad voluntario, mitad obligatorio?
¿Porqué una mayoría de cubanos que sufre las consecuencias de una
dictadura que cierra sus tiendas y aumenta arbitrariamente los precios
de los productos básicos, permite ser tomado - ante los ojos del mundo -
como masa monolítica que la apoya?
Hay que decir que ninguno de los asistentes a estos actos da valor al
hecho potencial de dejar de asistir, fuera del correspondiente llamado
del partido para que explique sus motivos. Es decir, individualmente se
temen las consecuencias de la inasistencia, como siendo grave, sin
valorizar lo que colectivamente pudiera ser una inasistencia masiva.
Adicionalmente, existe el convencimiento de que la potencial
inasistencia no “resolvería nada” y que el estatus existente en el país
depende en grado sumo de “otros” factores, todos fuera del país y que lo
que se puede hacerse internamente es insignificante y no compensaría las
consecuencias de ser tratado como un disidente dentro de la isla. Es
decir, la gran mayoría que vimos por la TV desfilando, estima que no es
rentable pagar el precio de la inasistencia a los actos convocados por
el dictador, y por eso desfilan.
Esa pérdida de la autoestima, e la irresponsabilidad general con su amor
propio y su futuro, es la característica más marcante del proceso
individual por el que han tenido que pasar muchos cubanos de las últimas
generaciones en la isla. Irresponsabilidad con su futuro económico y
laboral, porque es el estado cubano quien responde por el mismo.
Irresponsabilidad de su futuro profesional, porque se estudia lo que el
estado necesita, indica y orienta. Irresponsabilidad con su futuro
personal, porque es el estado quien los manda, primero para Angola,
después a Etiopía, más tarde a Nicaragua y ahora a Venezuela.
Irresponsabilidad por su futuro político, porque hay un partido único,
que elabora las soluciones en sus laboratorios del Comité Central del
Partido único.
No es aventurado decir que una parcela mayoritaria de los que desfilaron,
tanto en la Plaza como frente a la oficina de intereses norteamericana,
recibe remesas desde el exterior y se sienten explotados por un sistema
sin perspectivas económicas; que les gustaría tener la posibilidad de
irse a otro país y se hubieran quedado en casa de buena gana. ¿Porqué no
lo hacen?, es el mayor misterio del “proceso cubano” actual.
Estas dos marchas gigantescas de cubanos de la isla apoyando al dictador
(ya hemos dicho que estimamos que la mayoría de ellos realmente no lo
apoya, ¡pero allí estaban!) se suceden en momentos que se discuten las
alternativas de transición o sucesión y cuando algunos líderes de la
disidencia han juntado sus voces a la del dictador (quizá sin quererlo)
para criticar a EUA por elaborar un plan para poner punto final a la
dictadura.
Si el pueblo cubano de dentro y fuera de Cuba fuera consultado
libremente con respecto a líderes opositores cubanos, tengo certeza de
que escucharíamos muchos nombre de patriotas cubanos exiliados, de otros
tantos patriotas actualmente en prisión, de otros de entre los que
pasaron más de la mitad de su vida en las cárceles castristas (en los
años 60 y 70) y de otros tantos patriotas que hoy enfrentan la dictadura
dentro de Cuba.
Sin embargo, la propia actitud escapista de la abrumadora mayoría del
pueblo de la isla, que desfila para "apoyar" al régimen que los oprime,
demuestra que los exiliados somos identificados, inequívocamente por el
pueblo, como los que representamos una esperanza de libertad para
aquellos hermanos que se ven sometidos a presiones insoportables dentro
de Cuba para hacer lo que no desean y continuar una vida que tampoco
desean.
Los acontecimientos políticos recientes, escenificados tanto en Cuba
como en EUA, los embates del dictador contra México específicamente y en
menor medida contra Perú, Honduras, Guatemala y República Dominicana,
unido a los embates anteriores contra El Salvador, Panamá, Nicaragua y
Uruguay, sumado a los graves problemas sin solución con la Unión Europea
(la mafia europea), junto al repentino cambio de gobierno en España, que
deja a la oposición interna sin apoyo político en Europa, conforman de
conjunto un panorama en el que la correlación de fuerzas ha cambiado
radicalmente, pasando a ser el exilio el foco principal de la lucha
contra la dictadura, con el deber de unir todas las fuerzas
internacionales para un jaque mate final al agonizante dictador.
Las multitudinarias manifestaciones dentro de la isla demuestran que la
fuerza opositora efectiva está en el exterior, si es que no pretendemos
pasar largos años en espera de los cubanos de dentro comiencen a hacer
lo que quieren, y no lo que quieren sus verdugos.
La oposición política cubana en el exilio es fuerte y debe reagrupar sus
fuerzas para la lucha, como lo hizo el exilio independentista a fines
del siglo XIX, desde donde se preparó la independencia que quería el
Martí exiliado, el Gómez exiliado, el Maceo exiliado.
El panorama actual ha cambiado radicalmente. De una casi unanimidad
respecto a a que el liderazgo de la oposición debería estar en la isla,
para una percepción más acorde con los hechos palpables y concretos de
millones de cubanos que no apoyan al régimen, desfilando como si lo
apoyaran. Adicionalmente, Latinoamérica finalmente se ha vuelto contra
el dictador, tanto la ha insultado y vituperado; la Unión Europea es
cada vez más firme en su posición de cambios apoyar dentro de la isla y
EUA acaba de dar muestras (sea por interés electoral, o económico) de
estar dispuesta a acompañarnos a la lucha. Paralelamente, el dictador
acaba de enarbolar su garrote contra la población, privándola de poco
oxígeno que disfrutaba, al aumentar precios y cerrar tiendas. Un error
craso.
El momento es muy delicado y la dictadura debilitada juega sus cartas
para sobrevivir a este momento difícil. La única fuerza opositora capaz
de neutralizar los intentos de una sucesión amañada, ahora, es la fuerza
exiliada. Son los exiliados, por sus influencias en las políticas
internas de EUA, México, Colombia, Chile, Europa, etc. y por su
reconocido compromiso con la democracia verdadera, muy lejos de los
intentos mediatizadores que ha promovido la dictadura, los que son
vistos dentro de la isla con fuerzas y posibilidades para barrer con el
régimen, y no para ver a la pantomima de un Raúl en el trono.
Por todo eso y por la votación silenciosa de los cubanos que desfilan
aparentando apoyar la dictadura sin hacerlo - mientras reciben dólares
nuestros - el exilio cubano tiene el deber de organizarse para coordinar
con los gobiernos del mundo, creando la alianza internacional de presión
al dictador que el pueblo cubano aguarda para ser libre a corto plazo,
sin mendigar parcelas de poder insignificantes, que nunca la dictadura
dará.
Fuente:
http://www.netforcuba.org
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