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Artículos
Las armas salvan vidas
Por John Stossel
Ha vuelto a suceder. Un día después de que un hombre armado matara a
seis personas e hiriera a 18 en la Northern Illinois University, el New
York Times
criticó al Departamento de Interior por replantearse la prohibición
de portar armas en los parques nacionales.
El equipo editorial del célebre diario neoyorquino quiere que "los 51
senadores que ven con buenos ojos el portar armas en los parques –y, a
lo que parece, en cualquier lugar– se den cuenta de que la inocencia de
los americanos se protege mejor con un cuidadoso control de las armas
que armando hasta los dientes a todo el mundo".
Como de costumbre, los editores del NYT parecen no reparar en la
imbecilidad de su argumento. Para ellos, se trata de someter las armas a
"un cuidadoso control" o de "armar hasta los dientes a todo el mundo".
Sin embargo, nadie está abogando por esto último, signifique lo que
signifique. Por lo que abogan los defensores de la
Segunda Enmienda es por la libertad, el derecho a elegir y la
responsabilidad individual. Si alguien quiere defenderse por sí mismo,
debería tener la libertad para hacerlo. Nadie tiene derecho a privar a
los demás de medios de defensa eficaces como las armas ligeras.
Por lo que hace al "cuidadoso control de las armas", ¿cuántos tiroteos
en escuelas o centros comerciales habrán de producirse para que
comprendamos que la gente que tiene intención de matar no se deja
amilanar por ese tipo de medidas? El asesinato es contrario a la ley en
todas partes. Nadie que esté empeñado en matar va a dejar de hacerlo por
temor a infringir una ley sobre tenencia de armas de fuego. Los
intelectuales y los políticos fariseos que hablan y no paran del control
de armas deberían explicarnos cómo pretenden hacer realidad su utopía
inerme. Pero es que, mientras tanto, da la casualidad de que a muchos
inocentes indefensos se les está arrebatando la vida.
A los únicos que disuaden las leyes que dificultan o imposibilitan el
portar armas es a los ciudadanos que respetan la ley. Las medidas de
control de armas van contra la defensa propia.
Así las cosas, la iniciativa está en manos de los criminales: son ellos
los que eligen cómo, cuándo y dónde cometen sus crímenes, y a la hora de
decidir tienden a pensar, lógicamente, en su propio éxito, no en sus
víctimas. Así las cosas, los criminales no atacan a quienes saben que
están armados, y es probable que los que andan pensando en perpetrar una
matanza se decanten por hacerlo en zonas libres de armas, como los
colegios y los centros comerciales.
Puede que el Estado prometa protegernos de los criminales, pero sucede
que no puede cumplir, como dejó meridianamente claro el libro
Dial 911 and Die (Llame a la policía y muera). En el escenario del
crimen, los únicos personajes fijos son la víctima y el victimario. Nada
puede sustituir a la responsabilidad individual.
Los de siempre siguen pidiendo más control legislativo sobre las armas.
Pero esa idea suya de que el control de armas equivale a controlar el
crimen no es más que un mito. Tras analizar decenas de estudios, la
Academia Nacional de Ciencias no ha podido encontrar una sola medida
regulatoria que haya conseguido una reducción destacada del número de
asesinatos y homicidios. En Washington DC, los episodios de violencia
armada no hicieron sino incrementarse luego de que se aprobara una
durísima legislación sobre tenencia de armas.
La prensa ignora deliberadamente el hecho de que a menudo las armas
salvan vidas. Por ejemplo, el 16 de enero de 2002 un par de estudiantes
de la Appalachian School of Law consiguieron evitar una
matanza cuando, tras escuchar unos disparos, fueron a sus coches,
sacaron sus armas y consiguieron reducir y, finalmente, dejar en manos
de la policía al autor de los mismos.
Es imposible conocer con exactitud la frecuencia con que las armas
detienen a los criminales. Entre otras razones, porque las víctimas
potenciales no suelen denunciar los crímenes que finalmente no se
cometen. Pero lo cierto es que la gente emplea las armas como elemento
de defensa todos los días.
Tom Palmer, del
Cato Institute, afirma
que una vez salvó la vida con sólo mostrar su arma a los criminales que
pretendían atracarlo.
"Las armas equilibran el terreno de juego", me dijo un día Palmer en
20/20. Y añadió: "Si alguien entra en su casa, ¿qué prefiere tener a
mano, una pistola o un teléfono? Evidentemente, puede usted llamar a la
policía, y la policía acudirá a su casa... para tomar fotografías a su
cadáver. A rescatarlo, no llegarán a tiempo. Usted es la primera línea
de defensa".
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