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Artículos
Honduras y el plan secreto para legitimar a Raúl
Castro
Por
Huber Matos Araluce
Un inesperado acontecimiento político en Honduras trajo a la superficie
realidades ocultas y puso en relieve verdades convenientemente pasadas
por alto. En Honduras el incipiente imperialismo brasileño sacó sus
garras. Hugo Chávez demostró hasta dónde puede llegar. José Miguel
Insulza hizo encallar a la OEA. La política latinoamericana mostró su
incoherencia y hasta la paloma de Obama perdió algunas plumas. En
Honduras naufragó el plan secreto para legitimar a Raúl Castro en Cuba.
Pocos en la región hubieran imaginado que detrás del presidente
brasileño había otro personaje esperando su turno. Lula da Silva
sorprendió con sus contradicciones. Reclamó con prepotencia el regreso
de Zelaya a la presidencia para salvar la democracia en Honduras,
mientras llenaba de abrazos y cordialidades a sus entrañables amigos, el
dictador de Cuba y su hermano Raúl. Con similar deferencia es aliado de
la teocracia iraní, que acaba de robar una elección reconocida como
legítima por Lula da Silva. Irán es promotor del terrorismo
internacional, su régimen reprimió con brutalidad a quienes protestaron
por el robo de la elección y trató con increíble crueldad a quienes
fueron arrestados. Lula no está por la democracia en Honduras ni por la
tiranía en Cuba o en Irán. Lula está por lo que cree que le conviene a
Brasil en su camino a la hegemonía regional. El imperialismo brasileño
ya enseñó sus uñas; hispanoamericanos, tomemos nota.
A Hugo Chávez le faltó todo lo que le sobró a Micheletti. El venezolano
demostró que con petrodólares no pueden comprarse ni inteligencia ni
coraje. Con ambas cosas hay que nacer. La estrategia del castro-chavismo
en Honduras fue primitiva, insolente y estúpida.
José Miguel Insulza demostró que no se pude servir a dos amos, el ALBA y
la OEA. En una entrevista inmediatamente después de la expulsión de
Zelaya, declaró a CNN que sobre el caso de Honduras lo único que podía
hacer la OEA era una denuncia moral. Pero inmediatamente después de
encontrarse en Managua con el cuate de Hugo Chávez, se lanzó como un
miura contra la clase política hondureña. Con amenazas, prepotencia y
promesas incumplidas, Insulza ha escrito una triste página en la
historia del organismo regional.
Los sucesos en Honduras descarrilaron el plan secreto para legitimar el
poder de Raúl Castro en Cuba, en el cual la diplomacia brasileña y la
venezolana trabajaron intensamente. El objetivo era que Latinoamérica,
con el respaldo del gobierno español, presentara a Obama un frente unido
apoyando a Raúl Castro en Cuba, con el argumento de que una transición
ya estaba en marcha y que requería de la dirección de Raúl para
garantizar la estabilidad del proceso. Presionado por la comunidad
internacional, pues España se haría cargo de convencer a la Unión
Europea, el presidente estadounidense suspendería incondicionalmente el
embargo. Como compensación, el capital estadounidense entraría en Cuba
con inversiones que le permitirían una buena tajada de la economía
cubana.
El primer paso consistía en el levantamiento de las sanciones a la
dictadura castrista. Así sucedió por decisión unánime de las naciones
latinoamericanas en Tegucigalpa a principios de junio. No fue un hecho
aislado ni fortuito. Con toda intención, ni uno solo de los presidentes
latinoamericanos mencionó la falta de un estado de derecho en Cuba. Con
anterioridad presidentes latinoamericanos habían viajado a Cuba a
saludar al convaleciente Fidel Castro y a su escogido sucesor Raúl.
Persuadida por Brasil, Costa Rica había anunciado su decisión de
restablecer relaciones diplomáticas con Cuba tres meses antes. Arias
alegó la existencia de nuevas realidades. El Departamento de Estado en
Washington no era ajeno ni se opuso a estas maniobras.
El Secretario General fue entrevistado por CNN inmediatamente después de
que la OEA levantó las sanciones a la dictadura castrista, abriendo la
puerta a un ingreso a la OEA por iniciativa de Raúl, después de la
muerte de Fidel. En esa entrevista Insulza anunció eufórico que estaba
seguro de que hasta el embargo estadounidense también se levantaría, e
insinuó que, en el caso de Cuba, la OEA podría ser flexible en la
interpretación de la Carta Democrática. Con toda razón, la Carta
Democrática jamás se ha usado para defender la democracia en Venezuela.
¿Por qué aplicarla en Cuba?
Menos de 30 días después, Manuel Zelaya perdía la presidencia y la
democracia se pondría inusitadamente de moda en la OEA y en la ONU. La
presión de Hugo Chávez a Insulza fue decisiva. Nadie en este continente,
ni fuera de él, quiso perder la ocasión de redimirse. Honduras les daba
la oportunidad de lavarse el pecado de haber guardado un silencio
cómplice, y en otros casos cobarde, ante el estrangulamiento de la
democracia en Venezuela.
La consecuencia no calculada fue que, al resaltar la virginidad
democrática de cada uno de los enemigos del “golpe de estado”, y al
utilizar todo tipo de sanciones contra quienes sacaron a Zelaya del
poder, convencidos de que podrían doblegar a Roberto Micheletti y su
gobierno, el esquema para colar por la puerta de atrás al nuevo dictador
castrista en la OEA se ha convertido en una tarea casi imposible.
Después de Honduras y su aislamiento internacional, para ingresar en el
organismo regional Raúl Castro tendría que hacer en Cuba elecciones
debidamente supervisadas por todos sus miembros, incluyendo los Estados
Unidos.
En Honduras ha triunfado el derecho del pueblo a escoger a su gobernante,
que era en esta crisis lo prioritario, en lugar de encasquillarse
amedrentando y humillando a la mayoría del pueblo y a sus representantes,
culpándolos por errores y exigiéndoles acciones que ninguno de los
actores internacionales exige a los Castro y a Hugo Chávez,
transgresores brutales de los derechos humanos y la democracia en este
continente. En Honduras los grandes perdedores han sido la hipocresía y
la demagogia latinoamericana, y se descarriló el plan para legitimar el
fraude raulista. La OEA ha sufrido una innecesaria pero merecida lección
y la paloma de Obama tendrá que aprender a volar menos errática y con
menos plumas.
Publicado por Huber Matos Araluce en http://patriapuebloylibertad.
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