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Artículos
Amnistía amnésica y parcializada.
Por Orlando Fondevila
Amnistía Internacional es una organización que vela por el respeto a los
derechos humanos en todo el mundo. Tiene oficinas en muchos países, amén
de observadores y analistas. El universo de su atención es todo el
planeta. Sin duda sus informes gozan de una elevada credibilidad. Pero,
¡ay, el pero! Amnistía Internacional sostiene en su agenda un discurso
de izquierda que frecuentemente nubla sus apreciaciones. Sufre,
lamentablemente, de amnesia parcial, y también de innoble sesgo en
muchas de sus denuncias.
Amnistía Internacional pone el énfasis de sus denuncias en las causas
que son caras a la izquierda. En estos días, parece que en sintonía con
la política del gobierno socialista de España de revivir la Guerra
Civil, que todos creíamos superada por la Transición a la democracia –que
por cierto fue promovida por las propias autoridades franquistas-, pues
ahora Amnistía denuncia, según leemos en BBC Mundo, que “España pidió la
extradición del ex gobernante de facto chileno Augusto Pinochet y
condenó al ex militar argentino Adolfo Scilingo por crímenes de lesa
humanidad, aplicando el principio de jurisdicción universal. Sin
embargo, "no ha sido capaz de ofrecer verdad, justicia y reparación para
las víctimas de su propio país durante la Guerra Civil y el régimen
franquista". Para Amnistía no hubo víctimas de la otra parte. No hubo
matanzas en el 34 en Asturias, ni existió la liquidación expedita de los
militantes del POUM en Cataluña (denunciada por Orwell), ni Paracuellos
del Jarama. Si se reclamara justicia para todos, entonces sí sería justo.
En cuanto a la mención de Pinochet y de los militares de la dictadura
argentina, por supuesto que Amnistía es favorable a que se les juzgue y
condene, no sólo a los autores de asesinatos y desapariciones, sino a
“millares de víctimas de detención arbitraria, tortura y exilio”, lo
cual es impecablemente justo. No lo es que no se demande justicia para
las víctimas de los grupos armados terroristas en esos países. Otra vez
Amnistía Internacional es amnésica e imparcial.
Continuando con América Latina, Amnistía internacional se muestra en
extremo crítica con el Gobierno que preside Álvaro Uribe en Colombia.
Especialmente la ha emprendido con la denominada Ley Justicia y Paz que
promueve el presidente con la intención de desarmar e integrar a la
sociedad civil a los paramilitares. Así, ha advertido al Gobierno de
Colombia que la aprobación y puesta en práctica de dicha Ley “podría
concederle impunidad a los violadores de derechos humanos”. Según John
Drury, investigador de Amnistía “no hay garantías de un proceso judicial
que asegure que las personas acusadas sean traídas ante la justicia, que
puedan interrogarlas”. Sin embargo, se evita igual contundencia par
referirse a las narco guerrillas terroristas, que han cometido y
continúan cometiendo inenarrables violaciones de esos mismos derechos
que Amnistía defiende.
Otra preocupación central de Amnistía Internacional en estos tiempos es
la situación de los terroristas detenidos en la Base norteamericana de
Guantánamo. Al respecto recomendamos un excelente artículo de Ariel
Cohen, que podemos leer traducido en la página en Internet “En defensa
del neoliberalismo”. Nos enteraremos que Irene Zubeida Kahn calificó ese
centro de detenciones como el “GULAG de nuestro tiempo”, en una
canallesca banalización del horror del GULAG, campos de exterminio
comunistas en los que según el estimado de algunos investigadores pueden
haber muerto, entre 1918 y 1956 – es decir, desde Lenin hasta la muerte
de Stalin- hasta 25 millones de personas.
Esto, sin tener en cuenta, que los terroristas detenidos en Guantánamo
no pueden recibir los beneficios de la Convención de Ginebra sobre
Prisioneros de Guerra, sencillamente porque no lo son, ya que estos
terroristas no portan armas abiertamente, no usan uniformes ni llevan
grados y no pertenecen a ningún ejército. Amnistía, como la mayor parte
de la izquierda en todo el mundo, no se ha percatado, o no quiere, que
estamos ante una guerra de nuevo tipo, y que para enfrentarla no valen
exactamente las normas convencionales. Además de que, como apunta Cohen
En contraste, los reclusos de Guantánamo comen pollo asado y arroz pilaf
con salmón. Ninguno ha muerto de supuestos abusos, ninguno está
sufriendo de hambre o de frío. Los reclusos tienen acceso al Corán y a
servicios religiosos cinco veces al día. Algo evidentemente bien
distinto a lo que acaece a los prisioneros que caen en manos del Islam,
o a los prisioneros de los regímenes comunistas antes o ahora.
Mencionemos sólo a los prisioneros del castrismo, de Corea del Norte o
de China.
La observación final que hace Cohen en su artículo es demoledora para la
ética de Amnistía Internacional: “mientras el reporte anual de Amnistía
despacha a Corea del Norte con 972 palabras, sus críticas a Israel se
extienden por 2,600 palabras, sin apenas mencionar el terrorismo
palestino o el lavado de cerebro entre los niños para que odien a los
judíos y a los americanos y quieran ser terroristas suicidas. Las
críticas a Estados Unidos se llevan 3,312 palabras, mucho más que los
reportes sobre China y Arabia Saudita”. Y muchísimo más que sobre Cuba
¿Y Cuba? ¿Respalda Amnistía Internacional la impunidad de los violadores
sistemáticos y brutales de los derechos humanos en Cuba? ¿Qué piensa y
dice al respecto la mayor parte de la izquierda en todo el mundo?
Incluso muchos opositores de izquierda del castrismo claman por una
especie de borrón y cuenta nueva. Perdón por adelantado y absoluto para
todos los esbirros y comisarios de Castro.
Queda claro, para Amnistía Internacional y para la mayor parte de la
Izquierda los derechos humanos son más derechos y más humanos para unos
que para otros.
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