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Artículos
¿Aznar Engañado?
Por Orlando Fondevila
El ex presidente del gobierno español, José María
Aznar, anda de gira por los Estados Unidos promocionando su libro de
memorias y otro en que desvela, según su criterio, los perfiles de los
distintos líderes políticos que ha conocido. Sé que uno de esos perfiles
se refiere a Fidel Castro. No he leído el libro, pero según informa la
prensa, en su estancia en Miami, el político español refirió que Fidel
Castro le había dicho que el embargo estadounidense era vital para la
presente y la próxima generación de cubanos. Se entiende, en el sentido
de lo contado por Aznar, de que el embargo era, según Castro, necesario
para la supervivencia de su régimen. Según la reseña de prensa, Aznar le
habría respondido que si por él fuera levantaba las sanciones en 48
horas, y entonces Castro caería en dos meses.
En otro momento de su comparecencia, Aznar, siempre según la información,
se mostró crítico con la actual política del Gobierno socialista en
España, señalando que las relaciones con Cuba de los gobiernos que él
presidió, estaban marcadas por la supeditación de la cooperación de
España y la Unión Europea al respeto de los derechos humanos y los
disidentes. Ahora, añadió, la defensa de los disidentes ya no es lo
importante. Y ese cambió de política supone un error, añadió contundente.
Analicemos en detalle estas declaraciones. En primer lugar, el referido
dicho de Castro contado por Aznar –y no tenemos por qué dudar de su
veracidad- podría verse como un cinismo descarnado del tirano, que
antepone siempre su voluntad de poder totalitario y opresor por encima
del interés y del bienestar del pueblo cubano. Y digo podría verse,
porque siendo verdad el cinismo del dictador y su desprecio por los
cubanos, no es, en este caso, la interpretación que habría que darle a
sus palabras. Y no lo es, porque Castro no desea nada con más fuerza en
el mundo que desaparecieran las sanciones comerciales norteamericanas a
su régimen. Eso sí, sin cede un ápice de su poder absoluto. Pero claro
que sería para él estupendo, “el no va más”, que los norteamericanos
comerciaran con él, le proveyeran de abundantes créditos (que nunca
pagaría), y permitieran la afluencia a su finca particular del turismo
millonario norteamericano. Y por supuesto, los viajecitos incontrolados
de lo más repugnante de la izquierda norteamericana, y los intercambios
de todo tipo con los agentes del régimen,lo que facilitaría su labor
propagandística y de espionaje. Eso sí, todo esto siempre que las reglas
las pusiera él. Tal y como lo está consiguiendo hacer con Europa.
Es decir, que no dudamos de lo que cuenta Aznar, pero sí negamos la
interpretación que le da el español a las sinuosas palabras de Castro (para
abundante gozo de tanto apaciguador y dialoguero que anda por este mundo),
y rechazamos de plano las conclusiones a que llega el ex presidente. ¿Habrá
sufrido Aznar un repentino ataque de ingenuidad, por demás tan impropio
en él? ¿¿Habrá sufrido algún espejismo? ¿Habrá caído, también él,
rendido ante el poder malévolamente seductor, no sé si de hiena o
serpiente –o ambas cosas- que tantos atribuyen al tirano tropical? ¿Cómo
puede Aznar creer que Castro, justamente Castro, le iba a confiar a él,
a Aznar, el secreto de lo que necesita para sostenerse en el poder? ¿Cómo
no darse cuenta, si las cosas sucedieron tal y como las cuenta Aznar, de
que se trata de una maniobra de engaño?
Hay, además, una incongruencia radical entre las recomendaciones
insólitamente infantiles de Aznar para acabar con el castrismo, por un
lado, y por otro su valiente y lúcida determinación de apoyar la
intervención internacional en Irak. En esta misma comparecencia de
prensa que comentamos, al ser requerido por los periodistas sobre este
tema, insistió en que la política de extender la libertad y ampliar la
democracia es la correcta. ¿Cómo conciliar esta política de firmeza ante
Irak y otros regímenes canallas y peligrosos, con la política de
apaciguamiento y colaboración con respecto al castrismo?
José María Aznar y tantos otros deberían saber que el régimen de Castro
es un cáncer con metástasis para América Latina y para todo el mundo.
Que se trata de un régimen tan peligroso y más que los otros: Corea del
Norte, Irán, etc. Que puede que Castro no tenga petróleo, o de momento
no tenga recursos para desarrollar armas nucleares, aunque sí para
conseguir otras armas prohibidas. Pero que sí tiene la voluntad política
(y la demencia) para ponerse al servicio de quienes sí tienen los
recursos. Tampoco en 1962 tenía recursos y se ofreció para instalar esas
armas en Cuba, y lo que es más estremecedor, para utilizarlas. Y todo
esto sin hablar del papel profundamente desestabilizador del castrismo
en América Latina y en otro lugares de este planeta. ¿De qué no serían
capaz Castro y sus delirantes y torpes seguidores si pudieran contar con
los recursos que les lloverían de Estados Unidos si se levantara el
embargo? Eso para no hablar de cambios hacia la democracia en Cuba y de
respeto a los derechos humanos, en un régimen que con muchos más
recursos tendría la posibilidad de perfeccionar su maquinaria represiva,
propagandística y de control e idiotización de la sociedad.
Es cierto que Aznar no siente ninguna simpatía personal hacia Castro. Es
cierto que, con sus luces y sus sombras, su política hacia Cuba fue más
acertada que lo que es hoy la del PSOE. Decir esto es justo. Mas,
también es justo que digamos que tampoco con Aznar, por las razones que
sean, tuvimos los cubanos un apoyo decisivo. En general no lo podemos
esperar de Europa. ¿Por qué Aznar no se hace otra pregunta que le lleve
a conclusiones distintas? ¿Por qué no se pregunta qué le hubiera
ocurrido al castrismo si al derrumbarse la URSS y el totalitarismo
europea España y Europa no hubieran acudido prestos a sus sostenimiento
económico? ¿Por qué no se pregunta Aznar (al que sigo creyendo un
sincero anti-castrista) que sería hoy de Castro si España y Europa se
hubieran sumado al embargo norteamericano?
No, señor Aznar, gracias por sus consejos. Continúe usted escribiendo
libros. Tal vez, si reflexiona más, pueda algún día entender la
verdadera naturaleza del castrismo.
Madrid, España. 11 de junio de 2005.
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