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Artículos
De “Medias Tintas”, Tibiezas y Equidistancias.
Por: Orlando Fondevila.
Por suerte existen intelectuales serios, como el pensador español Julián
Marías. “Hay que reservar- escribió Don Julián- las medias tintas para
los grados realmente intermedios, como sucede con la escala de Mohs, y
no rehuir los extremos cuando es menester: una estimación tibia ante lo
que merece entusiasmo es un error; un débil desagrado o mohín de
displicencia ante lo repugnante es una cobardía”. Por desgracia no son
muchos los intelectuales con ideas tan claras.
Aunque no el único, el caso de las valoraciones de tantos intelectuales
en relación al tema del castrismo es especialmente sangrante. Y lo es
para todos quienes defienden la libertad como valor primero, y por
supuesto y ante todo para los cubanos. Y perdónenme la rudeza,
especialmente repugnante son las “medias tintas”, las tibiezas y las
equidistancias si se trata de intelectuales cubanos.
¿Alguien hoy se atrevería a ser tibio con el fascismo, o con el racismo,
o con la esclavitud? ¿Alguno de esos intelectuales de nuestros amores
sería capaz de declararse medio fascista, medio racista o medio
esclavista? No, evidentemente. Se declarará, seguramente, al igual que
todos aquellos que están decidida y rotundamente del lado de la verdad y
la justicia, como anti-fascistas, anti-racistas y anti-esclavistas.
¿Cómo entonces alguien puede sentir escrúpulos para afirmar su condición
de anti-castrista y anti-comunista? ¿En razón de cuáles juicios éticos o
políticos aquellos “antis” son correctos y estos no?
Lo cierto es que hay mucha confusión y mucha cobardía entre los
intelectuales. Por un Julián Marías, un Jean F. Revel, hay decenas de
García Márquez y Benedeti; y por cubanos como Guillermo Cabrera Infante,
Carlos Alberto Montaner o Zoé Valdés, por sólo mencionar algunos entre
afortunadamente muchos otros, hay sin embargo decenas que pastean en la
esterilidad innoble del pensamiento políticamente correcto, que además
es obra suya. Y lo peor, sus nombres son aupados y les rodea la falaz
aureola de la brillantez o del genio. Así, sus idioteces, sus
confusiones y su cobardía suelen gozar de reconocimiento y su influencia
perniciosa enrarece y envilece la atmósfera intelectual de la sociedad.
En el caso cubano sería innecesario mencionar a Fernández Retamar,
Cintio Vitier o Pablo Armando Fernández, porque su conspicuo servilismo
es antológico, pero sí es necesario apuntar a otros que han pretendido
navegar en las sucias aguas de las “medias tintas”. Son los César López,
los Miguel Barnet y los Reynaldo González. Y esto sólo por referirnos a
los que viven en Cuba. Los que son como ellos y viven en la diáspora,
como a ellos les gusta definir su status, son aún peores. Creen, en su
infatuada mediocridad, que por citar a Foucault y a Derrida y recordar
algunos versos de algún poeta genuflexo (vaya contradicción) podrán
desempeñarse como guías e intérpretes de no sé cuáles teorías políticas
y sociales. Son los exponentes brillantes de mancas elucubraciones
cargadas de palabros ininteligibles con el único propósito de sentirse
encantados con su propia inteligencia, además de irradiar su confusión y
su cobardía sobre los otros y engañar así sus propias conciencias.
Estos personajes se venden como paradigmas de moderación y tolerancia.
Los hay, especialmente los López, los Barnet y los González, que cuando
el régimen les premia con algún viajecito al exterior, si se les
interpela acerca de las brutalidades del totalitarismo cubano suelen
escabullirse en su pretendida condición impune de escritores y no
políticos. Recuerdo actitudes de este cariz del tal González y de
Eusebio Leal: “yo no soy político, yo soy escritor, pregúntenme de
literatura”. Para después firmar al dictado cartas infames en contra de
los intelectuales y activistas pacíficos encarcelados en Cuba y de
ardorosa defensa del régimen.
Estos “moderados” y “tolerantes” de dentro reciben, como no, el
beneplácito de los teóricos de afuera. Esos teóricos del
“post-totalitarismo” castrista, que hacen asco de los “castristas puros”
y de los “anticomunistas puros”, de los radicales anti-castristas. ¿Qué
quieren decirnos? ¿Pueden explicarnos en qué ha cambiado la naturaleza,
la esencia totalitaria del régimen castrista? ¿Acaso están diciéndonos
que lo correcto es se anticastrista a medias, o medio castrista? ¿Anti-comunista
a medias o medio comunista? ¿Cuál es el juego? Que le digan a Biscet, a
Raúl Rivero, a Marta Beatriz, a Vázquez Portal y a todos los que hoy son
humillados y maltratados en las cárceles cubanas que el totalitarismo ha
cambiado a post-totalitarismo y que no hay que ser radical y puramente
anticastrista.
Por mi parte me declaro anti-fascista, anti-racista, antiesclavista,
anticastrista y anti-comunista puro.
Las “medias tintas” las guardo para los minerales intermedios entre el
talco y el diamante como sucede en la escala de Mohs. En lo ético y en
lo político no.
Las “medias tintas”, la tibieza y la distancia en lo que al castrismo
totalitario se refiere, me dan asco. Así de alto y claro.
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