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Artículos
Maniobras castristas y otros peligros.¿Y los muertos ? ¿Y los presos...?
¡Bien, gracias!.
Por Orlando Fondevila
Que el régimen castrista vive horas bajas, probablemente las de mayor
debilidad en su larga y odiosa historia, es de absoluta evidencia, digan
lo que digan los achacosos comandantes y sus criminosos valedores en el
mundo (que todavía quedan). Pero sería fatalmente irresponsable que
menospreciáramos las enormes capacidades del régimen para la maniobra y
para el engaño. La astucia y las argucias para la seducción y el engaño
son armas que el régimen posee y utiliza casi con tanta eficacia como el
terror y la represión.
En las negras jornadas de marzo y abril pasados, el régimen fusiló y
encarceló. Fueron tan burdos los pretextos y tan groseras las
justificaciones, que una buena parte del mundo civilizado reaccionó con
inusitada contundencia condenatoria. Ciertamente el régimen ha tenido
que pagar un coste político importante. Hasta algunos de sus más
antiguos abogados defensores escenificaron un más o menos claro
distanciamiento.
Pero probablemente Castro contaba, en sus siniestros cálculos, con el
revuelo contrario que desencadenaría su detestable conducta. Ya en otras
ocasiones había tenido que enfrentarse a situaciones semejantes, aunque
es verdad que quizás no tan complejas como ahora. El mundo es hoy otro,
y tal vez las sensibilidades son otras. Pero Castro, avezado y malvado
truquero, contaba en su mañosa contabilidad con varios factores a su
favor. Primero, el tiempo. Que la noticia se pudriera, pasara de moda,
dejara de ser noticia. Segundo, que el foco de atención se desviara o se
diluyera en otros puntos de mayor interés para la gente. Tercero, la
falta de ética y/o la codicia de muchos políticos, intelectuales y
mercaderes.
Hace cerca de nueve meses que tres infelices jóvenes cubanos fueron
fusilados. Poco quedará de sus despojos bajo la tierra implacable. Hace
cerca de nueve meses que 75 cubanos mueren lentamente en las sucias
celdas de la T\iranía. Apenas tienen que comer y hasta el sol les está
dosificado. Las familias de los muertos ya lloran sin lágrimas y las
familias de los presos desfallecen en sus llamados al mundo y en sus
largos y penosos peregrinajes hasta las cárceles. Y el tiempo va pasando,
van dejando de ser noticia, la atención se dirige a los muchos otros
problemas que aquejan al mundo, y va aflorando la falta de ética y/o la
codicia de muchos políticos, intelectuales y mercaderes.
Algunas noticias de los últimos días nos confirman lo dicho. Tomemos por
ejemplo, al azar, algunas de ellas.
El presidente socialista de la Comunidad Asturiana en España va a Cuba,
se reúne con Castro y promete colaboración. Cineastas destacados van al
Festival de Cine de La Habana y ofrecen desfachatadamente su respaldo a
la Tiranía. Continúan las visitas y los negocios de políticos y
empresarios estadounidenses en Cuba. Están felices porque venden bien y
al contado.
El presidente de la empresa castrista Alimport, Pedro Álvarez, les
corteja, les dice que podría haber más negocios, pero que es necesario
que se levanten las restricciones a los viajes de los turistas
americanos y a los créditos imperiales. Les dice que no hay problemas,
que en Cuba cuando no esté el comandante habrá un capitalismo en una
sociedad controlada, es decir, el paraíso para los mercaderes. Negocios.
Hasta compra de azúcar. ¿Y los Muertos? ¿y los Presos? ¿y la libertad de
los cubanos? Bien, gracias.
Otra noticia. El rústico talibán Pérez Roque cita a los embajadores de
Austria, Bélgica, Portugal y Grecia. Ensaya una sonrisa que no es más
que una mueca y les agradece porque sus países no han invitado a
disidentes a sus fiestas nacionales, tal y como acordó la Unión Europea.
La reunión se realiza en un “ambiente cordial”. Ambas partes constatan
la voluntad de apertura, de mejorar las relaciones. El talibán les dice
que si la Unión Europea no invita a los disidentes a sus embajadas, Cuba
podría proponer alguna apertura. Habla de restablecer el diálogo
político (¿para hablar de qué y con cuáles garantías de compromiso?).
Habla de moratoria indefinida de la pena de muerte. Habla de permitir
que enviados europeos puedan visitar prisiones. Habla de crear
condiciones para liberar algunos disidentes. Los señores embajadores
sonríen, ¿estarán satisfechos?
¿Y los muertos? ¿y los presos, no algunos, todos los presos, serán
puestos en libertad y se les permitirá residir en su país y ejercer sus
derechos? ¿y la libertad de los cubanos?
Bien, gracias.
Por otro lado, pequeños políticos e intelectuales de salón, muy
académicos ellos, y lo peor, cubanos, estrujando sus seseras en la
búsqueda de transiciones modélicas, de supuestas brechas reformistas en
el régimen, de equidistancias entre males del exilio mafioso y el
régimen, de maldades del imperio acechándonos, de vías para conservar lo
bueno de estos años, de evitar traumas a los cubanos, de reconciliación
poética sin justicia y mil tonterías más.
No debemos ser pesimistas. Enfrentamos todos estos peligros y muchos más.
Pero no está todo perdido ni mucho menos. Sólo que tenemos que actuar
con firmeza, con ideas claras. En el exilio y en la oposición interna.
En esta última, por suerte, tenemos la lucidez y la valentía de Biscet,
de Marta Beatriz, de Vázquez Portal, y de muchos otros. Y también con
muchos patriotas en el exilio. Sólo que debemos tener cuidado de los
ingenuos bienintencionados y de los pusilánimes. A veces pueden causar
más daño que los enemigos.
Fuente: La Nueva Cuba
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