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Artículos
El comercio no salvará a Cuba.
Por Claudia Márquez Linares
La Habana -- Según nuestra televisión estatal, el régimen de Castro ha
visto con satisfacción que el Senado de Estados Unidos haya aprobado una
enmienda que suaviza las restricciones que tienen los ciudadanos
americanos para viajar a Cuba. No ha sido ninguna sorpresa. Pocos días
antes de la votación, Fidel Castro se había reunido con un grupo de
agentes de viaje norteamericanos. Ambas partes están impacientes por
hacer negocios con el turismo en nuestra isla. Queda por ver en qué
medida esto realmente beneficiaría a los cubanos que no pertenezcan a la
alta jerarquía del Partido Comunista.
Aquí, los disidentes democráticos están divididos en cuanto a la
prohibición de viajar y el embargo de Estados Unidos. Pero hay
unanimidad en que el gobierno cubano no merece ningún tipo de recompensa
ahora, seis meses después de haber desatado la peor represión en décadas
contra la oposición interna: el arresto de 75 disidentes condenados a
penas de hasta 28 años.
''Las sanciones unilaterales no sólo detienen el flujo de bienes, sino
también el de las ideas'', dijo el senador Michael Enzi, de Wyoming, un
patrocinador del proyecto de ley. ''Las ideas de la libertad y la
democracia son las claves de un cambio positivo en cualquier nación''.
El problema es que, en el caso de Cuba, el flujo de ideas, por no
mencionar el de las personas, no es precisamente libre. Compartir ideas
pueden llevarlo a uno a la cárcel, hay que pedirle un permiso al
gobierno para viajar al exterior y, si usted es disidente, las
posibilidades de conseguirlo son casi nulas. A mi esposo, Osvaldo
Alfonso Valdés, siempre se le ha prohibido viajar porque dirigía el
Partido Liberal Democrático de Cuba.
La libertad de viajar a Estados Unidos es un privilegio reservado a la
nomenklatura del Partido Comunista. Es bueno recordar que la simple
venta de periódicos en la calle o el rellenar encendedores de cigarros
sin permiso puede significar arrestos y multas.
La plataforma del partido de mi esposo pide libertad de movimiento y
mercados libres. Durante los próximos 18 años, sin embargo, los
movimientos de mi esposo van a estar reducidos a las dos yardas
cuadradas de su celda, en la prisión de alta seguridad de Guanajay. El
fue uno de los primeros de los 75 disidentes detenidos en marzo, pocas
semanas después de haberse reunido en La Habana con el senador Kent
Conrad, de Dakota del Norte, y su familia para conversar sobre el
Partido Liberal y las posibilidades de conseguir libertad y democracia
en Cuba. Al día siguiente, mi esposo se reunió con los ayudantes de
otros seis senadores, incluyendo a Mr. Enzi. Otros dos cubanos que
estuvieron en esas reuniones también fueron condenados: Oscar Espinosa
Chepe, un economista, a 20 años, y Héctor Palacios, fundador del Partido
Solidaridad Democrática, a 25 años.
El senador Conrad no es el único político norteamericano en haber
mostrado interés en Cuba. En abril, el senador Tom Harkin de Iowa vino a
promover productos agrícolas de su estado. El senador Max Baucus vino en
septiembre con líderes granjeros de Montana; el senador Evan Bayh vino
el mes pasado para firmar acuerdos alimentarios que promueven los
intereses agrícolas de Indiana.
Por supuesto, todos estos senadores votaron a favor de eliminar las
restricciones de viajar a Cuba. ¿No se dieron cuanta de la ironía de que
esas reuniones con el senador Conrad y los ayudantes senatoriales
estuvieran entre las principales acusaciones contra muchos disidentes,
porque hablar con funcionarios norteamericanos puede ser considerado
como ``un acto contra la seguridad y la integridad territorial del
estado''?
Comprendo que ahora la enmienda del Senado (y una medida idéntica
aprobada mucho antes en la Cámara) probablemente sea enviada al
presidente Bush para su firma. El presidente quiere mantener la
prohibición de viajar pero, de vetar el proyecto de ley, iría contra la
mayoría de su propio partido. Sólo puedo esperar que, en sus
deliberaciones, el presidente, los legisladores y los granjeros que
ellos representan tengan en cuenta que, en los años por venir, la única
''libertad de movimiento'' de que vamos a disfrutar yo y otras esposas
de los presos políticos cubanos va a ser la de viajar, una vez cada tres
meses, para sólo pasar dos horas con nuestros esposos.
La autora es periodista independiente en la isla. Recientemente fue
arrestada por una horas para ser advertida de que la policía no tolerará
que continúe publicando la revista 'De Cuba', de cuya dirección se hizo
cargo al ser encarcelados los antiguos editores en la brutal arremetida
de marzo contra disidentes y periodista independientes.
© Cubanet
Fuente: NotiCuba Ed. Buenos Aires
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