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Artículos
¿CONFORMARNOS CON POCO?¡NO!
REFLEXION SOBRE UN BRILLANTE ESCRITO DE ELIAS BISCET.
Por Alberto Luzárraga*
Fuente: www.futurodecuba.org
Columnista
Nueva York,
La Nueva Cuba
Octubre 3, 2003
En un histórico documento titulado ¿Dos Caminos? distribuido por su
esposa Elsa Morejón, Elías Biscet da en el clavo de la problemática
cubana actual.
Nos recuerda que estamos muy próximos a conseguir la libertad
incondicional de Cuba aunque diferimos en los métodos a utilizar. Estas
diferencias, nos dice "han dado oxígeno a las llamas del más reciente y
peligroso obstáculo que confrontamos. Me refiero al movimiento por la
complacencia. Un movimiento que intenta hacerles creer a los cubanos,
fieles amantes de la libertad, que deben aplaudir y complacerse con
recibir pequeñas dosis de libertad".
Ahí radica el problema. Constantemente oímos hablar de 'transición
pacífica' de 'solución consensuada' y demás frases, que en teoría suenan
bien, pero en la práctica omiten un requisito esencial: romper a fondo
con el pasado tiránico y malvado.
Si se puede hacer 'a las buenas', albricias que así sea, pero hay que
poner los puntos sobre las íes. Si el precio es perpetuar el mal a
medias o disfrazarlo de pseudo democracia, es un precio impagable. Es
precisamente lo que dice Biscet en estupendo párrafo:
"A este movimiento de bajas expectativas se une la especulación de que
otros fragmentos de libertad y de democracia automáticamente le seguirán.
Este malpensado movimiento no reclama para los cubanos los derechos
humanos básicos reconocidos internacionalmente, sólo los sugiere. No
reclama los derechos democráticos de la Constitución ultrajada de 1940,
si no que opta por el marco de la ilegitima Constitución comunista de
1976. Dicha constitución no es mas que un instrumento de la opresión, un
documento malévolo cuyo único propósito ha sido la justificación de un
estado totalitario y mal formulado. Esta es una aberración ilegal que ha
permitido y hasta fomentado la encarcelación, la tortura y la ejecución
de oponentes políticos sin el mas mínimo derecho al proceso legal o a su
defensa. Este es un engendro ateo que ha servido solamente a aquéllos
que esclavizan a nuestro pueblo".
La lógica es absoluta. Los resultados la prueban. Los países que han
roto tajantemente con el pasado malvado como la República Checa, Polonia
etc. prosperan como sociedades en todos los planos, se constituyen en
países respetados que acceden a la OTAN y próximamente a la Unión
Europea. Rusia en cambio donde nunca quedó claro quién era quién y qué
responsabilidades había que enfrentar, se debate entre ser una verdadera
democracia y un remedo de ella. Existen concentraciones escandalosas de
riqueza provenientes de una privatización mal hecha y los responsables
de décadas de abusos no solo respiran a sus anchas sino que inclusive
hay propuestas de volver erigir la derribada estatua de Derzhinsky, el
siniestro fundador de la Cheka.
Menos del 30 % de los ciudadanos votan y el desaliento cunde. Por
añadidura una guerra interna la consume. Los cubanos que hoy gobiernan
fueron estudiantes aventajados del sistema soviético. Podemos estar
seguros de que están muy al tanto de la 'transición' rusa que no ha
decido aún temas básicos sobre propiedad privada y cuyo sistema judicial
ofrece muy pocas garantías. Esas fallas tuvieron su génesis en cambiar
la forma y no entrar de lleno a cambiar el fondo.
Pero en fin, Rusia está muy distante de América y su historia no tiene
antecedentes democráticos. Pero Cuba, a 90 millas de la democracia más
antigua del planeta y con una historia muy distinta, ¿tiene acaso que
conformarse con tan poco? Biscet nos da la respuesta:
"¿Merecen las incontables familias que fueron separadas de sus seres más
queridos, destruidas en el proceso, al igual que los que han perecido en
el mar, o han muerto en el exilio soñando con el regreso a su patria,
que ahora aceptemos las migajas que se nos ofrecen? ¿Aceptaremos la
derrota tras casi medio siglo de heroísmo patriótico en busca de nuestra
libertad y la democracia, o mostraremos ante el mundo que la más brutal
y larga dictadura de nuestro tiempo no pudo extinguir el inquebrantable
espíritu de libertad de los cubanos?".
La respuesta es obviamente un rotundo no. ¿Pero, por qué hace Biscet la
pregunta? ¿Será que como muchos de nosotros ve que nos rondan diversos 'componedores
de bateas' con agenda propia? ¿Será que desde la prisión intuye el gran
peligro de una Cuba convertida en pieza de trofeo? ¿Trofeo para unos
cuantos que piensan aprovecharse de los que según Biscet " por
frustraciones y desagrados han extraviado su compás moral, de los que
hoy concluyen que debemos apaciguar al opresor?".
Elías Biscet entiende perfectamente lo que muchos cubanos de fuera y de
dentro también sienten e intuyen; " hemos llegado a una encrucijada en
el camino de nuestra historia. Hace casi medio siglo confrontamos como
pueblo una decisión histórica similar. En aquellos tiempos muchos
aceptaron las palabras fatídicas que hoy nos vuelven a circular: "cualquier
cosa sería mejor que lo que ya tenemos." Se equivocaron entonces y se
equivocan también en la actualidad".
¿Y por qué nos equivocamos cabe preguntar? Porque en forma apasionada y
poco reflexiva aceptamos promesas o nos deslumbró una personalidad. Tras
cuatro décadas de sufrimiento hay que tomar muy en serio la
responsabilidad ciudadana.
Los que vivimos en tierras de libertad con acceso irrestricto a la
información tenemos la obligación de estudiar a fondo lo que proponen
los protagonistas de nuestro quehacer actual. Biscet advierte: "Trágicamente
mas de cuarenta años de nuestra pesadilla nacional han transcurrido para
encontrarnos una vez más ante la misma disyuntiva, y con la oportunidad
de rectificar nuestros errores y convertirnos verdaderamente en dueños
de nuestro destino".
Para rectificar errores hay que empezar por el primero: creernos a pie y
juntillas o discursos meramente retóricos. Hay que profundizar. Cuando
escuchemos consejos y doctrinas procede preguntarse: ¿Quién lo dice, por
qué lo dice, tiene antecedentes y ejecutoria dicha persona que nos hagan
confiar en que sabe lo que dice, se rodea de gente honesta,
desinteresada, y competente en diversas ramas, o se rodea de gente
superficial o de aquéllos que miran solamente a su provecho?
¿Si Biscet examina la realidad desde una celda como no hacerlo nosotros?
El camino de la libertad no lo va a abrir ni la ONU, ni la Unión Europea
ni los Estados Unidos, ni los visitantes de todo tipo que pululan en
Cuba, los más con intereses muy particulares, ni tampoco ningún líder
mesiánico.
Lo va a abrir la conciencia colectiva y unida de la nación cubana de que
ya llegó nuestro momento, de que ya basta ser usados por los
izquierdistas extranjeros de salón y por los capitalistas sin escrúpulos.
Queremos una Cuba con verdadera empresa privada, con un estado de
derecho en que se respete al individuo y se remunere adecuadamente al
trabajo.
Como hacerlo exactamente es tema en que caben diferentes teorías y
métodos. Ya los discutiremos, pero queremos hacerlo entre nosotros y en
libertad. Sin cocineros entrometidos con guisos pre-cocinados, sin
sabelotodos extranjeros cada uno con su fórmula, sin políticos de otros
países que nos visitan para adornarse o apoyar su conveniencia personal.
Con felices palabras Biscet resume nuestra aspiración:
"Finalmente, a los líderes de las naciones democráticas del mundo, al
pueblo norteamericano, y en particular al presidente de los Estados
Unidos de América, el señor George W. Bush, al que solicitamos solo un
simple compromiso --no apoyar o promover ninguna solución o arreglo
respecto al futuro de la nación cubana que no estime aceptable para la
suya".
Biscet hombre moral, religioso e incansable luchador pro-vida termina
con esta exhortación que hacemos nuestra.
"Que Dios nos ilumine en nuestro camino por la libertad de Cuba". Así
sea.
*Alberto Luzárraga es Doctor en Derecho Civil (Summa Cum Laude) de la
Universidad de Santo Tomás de Villanueva, La Habana, Cuba. Cursó además
la carrera de Ciencias Comerciales en la Universidad de La Habana. Tiene
una Maestría de Negocios en Finanzas de la Universidad de Miami,
Florida.
Con más de 30 años de experiencia en la banca commercial y de inversión
Luzárraga ha desempeñado diversos cargos en firmas importantes en Nueva
York. Inició su carrera en el Chase Manhattan Bank y su última posición
fue Chairman y CEO del Continental Bank International. Actualmente es
Chairman y accionista principal del Ameriinvest Group, dedicado a la
banca de inversión en America Latina.
Tuvo oportunidad de experimentar como inversionista, banquero y abogado
los procesos de transición de un estado centralista a una economía
privada y actuar dentro de los procesos jurídicos que abrieron esos
cambios. Vive en Nueva York.
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