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Artículos
Desobediencia
civil, una opción.
Por César L. Alarcón.
”Cuando todo se olvida, cuando todo se pierde, cuando en el mar
confuso de las miserias humanas el Dios del Tiempo revuelve algunas
veces las olas y halla las vergüenzas de una nación, no encuentra nunca
en ellas la compasión ni el sentimiento.
La honra puede ser mancillada.
La justicia puede ser vendida.
Todo puede ser desgarrado.
Pero la noción del bien flota sobre todo, y no naufraga jamás.
Salvadla en vuestra tierra, si no queréis que en la historia de este
mundo la primera que naufrague sea la vuestra.
Salvadla, ya que aíín podría ser nación aquella, en que perdidos todos
los sentimientos, quedase al fin el sentimiento del dolor y el de la
propia dignidad.”
José Martí.
Conversaba ayer con un buen amigo, como es natural adivinen de qué
hablábamos, ¡anjá, acertaron!, como todos buenos cubanos, conversábamos
de lo que más nos duele, nuestra patria.
Decíamos que han pasado cuarenta y seis largos años y faltaba poco para
otro más, nos reíamos de nuestras desgracias, en eso somos campeones
mundiales, nos reíamos con respeto y con dolor de los ilusos que se
sientan cada noche frente al televisor y esperan la noticia anhelada, la
noticia que los medios saben les gusta oír y por eso la trasmiten, la
noticia generada por los recaudadores de dinero que le dicen al oyente,
dame tu dinero y mírame en la tele, Cuba mañana mismo será libre, con tu
dinero y claro en nuestros sueños guajiros.
No, no tan deprisa, la sanguinaria dictadura cubana no se va a caer
gritándole desde lejos, no está aislada, forma parte de una maquinaria
internacional perfectamente aceitada, con recursos inestimables, con
medios de prensa y periodistas propios, con armamentos, con equipos
represivos afinadamente entrenados y pagados, con un control ejercido
por el aparato partidista comunista que hace cumplir las órdenes a sus
subalternos y con otro aparatik paralelo para infundir miedo, terror y
mucho peor implementar los mismos castigos a los que se atrevan a
desobedecer y no cumplir lo que le ordenan hacer.
En nuestra Cuba de hoy la infamia, el dolo y la traición han encontrado
terreno fértil, una gran mayoría de la población se ha visto por décadas
forzada a pensar solamente en la subsistencia, el gobierno les facilita
la inmoralidad y el sexo libremente, en ese terreno apolítico la
dictadura brinda espacio libre, el robo y la desviación de recursos al
único dueño, el gobierno, igualmente se permite solapadamente, claro a
cambio del control mental de la población.
Allí entre esa parte de la población sin basamentos morales elevados, el
partido comunista recluta a sus mejores esbirros, no son Castro ni su
hermano los que van en las patrullas de la seguridad del estado o de la
policía nacional a reprimir o arrestar a los opositores, son jóvenes
comprometidos hasta los tuétanos con el sistema, son jóvenes y adultos
que sus esposas y novias también son parte de la macabra y sanguinaria
maquinaria, son jóvenes entrenados a su vez por los jóvenes hijos de los
sátrapas.
Seríamos deshonestos e inmorales si no le dijéramos a nuestro pueblo y a
nuestro exilio que los que piensan que con la muerte de Castro todo esta
resuelto están equivocados, que solamente gritando y sin un programa de
lucha bien concebido y ejecutado que les presione y gane espacios van a
dimitir del poder, la cosa no es tan sencilla, no nos estamos
enfrentando a una pandillita del barrio con machetes y piedras, nos
estamos enfrentando a unos desalmados que han robado y siguen robando
millones de dólares, sí, millones de dólares para comprar armas, para
comprar votos, para comprar espías, para infiltrar agentes en la
oposición y desviar los caminos correctos de la lucha, para comprar
torturadores, para comprar silencio y cómplices.
No, no estamos jugando a la quimbumbía como me dice mi buen amigo Lázaro,
como acabo de comprobar en mi último viaje a Uruguay donde las
autoridades de ese país me imagino que a solicitud de la Habana,
cuestionaron mi visita y casi no me permiten la entrada, donde de forma
similar en la universidad de San Marcos en Perú en esos mismos días se
le prohibió presentar su libro a nuestro escritor Carlos Alberto
Montaner, donde el Ministro Moratinos de Relaciones Exteriores canceló
en último minuto a una delegación cubana del exilio aparentemente
recibiendo ordenes de la Habana, donde se atreven a despreciar a la
Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU y se burlan de ella y no
le permiten entrar con su mandato a la isla cárcel.
No, no es a la quimbubia precisamente a lo que jugamos, estamos jugando
a combatir a una banda de asesinos internacionales, con dinero, con
países ricos aliados que le obedecen y le temen, con control y hasta con
reconocimiento internacional de la ONU y otros organismos.
A este tipo de enemigo se le puede vencer solamente de forma coordinada,
ganándole terreno poco a poco, llevándole lo que más temen, la
información verdadera a cada hogar en Cuba. Enfrentándoles sin miedo en
cada foro internacional.
Es por eso que responsablemente debo decir que es hora de ser más
garantes con el dinero que usamos para combatir a estos farsantes, es
hora de dejar atrás las divisiones entre los hermanos que quieren una
Cuba verdaderamente libre y encausar esfuerzos en esa dirección, es hora
de que los que son incapaces de creer en la unidad, la patria y su
necesidad verdadera se hagan a un lado.
Muchos, muchos son los buenos cubanos en ambos lados de las costas, hora
de enlazarse en brío común. Nuestros esfuerzos deben de darse a los que
tengan programas de lucha definidos, claros y que conduzcan a un fin,
ese método de lucha diáfano es la Desobediencia Civil, y debe ejercerse
en contra del gobierno comunista totalitario de nuestra isla, se deben
tomar todas las calles y no reconocer el papel gestor del partido
comunista cubano. Sabemos que tenemos de nuestro lado la mejor y más
fuerte aliada, La verdad.
A los culpables los tenemos identificados, contra esos y sólo contra
esos deben de ir nuestras energías.
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