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¿Censura en "Encuentro"?
Por Belkis Cuza Malé (*)

Han pasado los años y no he dicho nada. Me he mantenido callada, en
principio por aquello de no darle "armas al enemigo", como suelen
repetir los oficiosos de Cuba. De este modo, he soportado injurias y
atropellos --y no estoy hablando de las que vienen del gobierno de
Cuba-- sino de un lugar tan cercano como el "exilio", y en particular
por parte de la Revista Encuentro y su subsidiaria, Encuentro en la
Red, que como todos saben se publica en España, y pretende ser vocero
oficial de "las dos orillas". No hablo desde el resentimiento ni de
la envidia, que lejos estoy de querer estar donde no me sentiría
nunca cómoda ni querida. Pero como vine a este país en busca de la
libertad que me negaba el mío de orígen y durante casi tres décadas
he dedicado mi existencia y energías a promover la cultura cubana en
el exilio, creo necesario ahora, que se debate en Cuba el tema de la
censura y sus oprobios, decir por las claras lo que a ojos vista es
también resultado de lo mismo, pero aquí.

Desde que Jesús Díaz (que en paz descanse) inició en 1998 su revista
Encuentro, la cultura en el exilio tomó un rumbo distinto. Muchos
saludaron esperanzados lo que a todas luces era un proyecto vital, y
muchos pasaron por alto el pérfil político de su director; su
historial de militante comunista en activo; su obra misma, plagada de
lugares comunes y ataques al exilio, para darse la mano con quien
había logrado conseguir dólares y apoyo de varios sitios y así
permitirse el lujo de estar en la lista de los privilegiados. Era un
modo de rozar sus nombres con las nuevas generaciones que desde la
Isla, ansiosos de servir a dos amos, veían con buenos ojos este
aparente maridaje de ideologías y sancochos.

Jesús Díaz murió -- o hay quien dice que lo mataron--, pero lo cierto
es que antes de irse de este mundo se las ingenió para continuar lo
que en La Habana era ya práctica conocida, la de vetar y eliminar a
los que no eran de su bando. En Cuba, siempre estuve en su lista
negra, aunque nos conocíamos desde principios de los sesenta. Y a su
llegada al exilio, cuando se me invitó a un Congreso en Suecia,
decliné asistir porque no estaba dispuesta a participar en nada donde
estuviera él. Pero Heberto Padilla, que sí fue, le dijo a Jesús las
razones que tuve para no hacer acto de presencia. Luego, cuando
visitó Miami, me envió un mensaje pidiéndome perdón.

Sin embargo, en el invierno del 2000, a raíz de la muerte de Heberto,
la Revista Encuentro le dedicó un número "homenaje", sin que por
supuesto se me hubiera solicitado colaboración alguna. En cambio, sí
aparecieron siniestros personajillos que ni fueron grandes amigos de
Heberto, ni lo estimaban en lo personal. Y para mi sorpresa,
apareció allì una supuesta entrevista a Heberto, donde ponían en boca
suya insultos a mi persona, y se daban datos y fechas equivocadas,
que subrayaban aún más la falsedad de la entrevista. Ni ése era
Heberto, ni por supuesto, era él capaz de hablar en esos términos de
mi persona y de nuestras relaciones. Para colmo de estulticia,
aparecía allí el artículo de una loca desenfrenada, acusándome de
haber yo robado el patrimonio (libros, papelería y archivo) de
Heberto Padilla, y que eran también parte de toda una vida en común.
Una revista que se respete y respete las leyes sería incapaz de
publicar algo así. Aquello parecía no un homenaje a Heberto, sino un
trabajo de descrédito --(contra el y contra mí) organizado desde cuba
por la Seguridad del Estado. Indignado, mi hijo Ernesto llamó a Jesús
Díaz a Madrid, y éste le respondió que yo podía enviar una carta.
Por supuesto, yo no mandé nada, porque la carta hubiera sido
impublicable.

Repito, han pasado los años y me he mantenido callada. Hasta hace un
par de semanas, cuando harta de las manipulaciones de cierta gente,
escribí mi artículo "Guayabitos en la azotea" y se lo envié a
Encuentro en la Red, pues daba respuesta a uno de Reina María
Rodríguez aparecido allí. Como era de esperar, ni se me acusó
recibo, ni se publicó, ni se me contestó un mensaje que más tarde les
hice llegar. Sin embargo, en este debate sobre la presencia de Luis
Pavón y los otros testaferros, no han faltado en Encuentro los
discursos de cuantos han abierto la boca en Cuba para dar su opinión
sobre el tema, sin que apenas se conozca la opinión de los que aquí
todavía tenemos voz y fuimos también víctimas.

Encuentro y sus directores no sirven a "las dos orillas", sino a una
piña muy acoplada que se cree con derecho a usar los dólares de las
instituciones norteamericanas, mientras a su vez ejercen la censura y
el "apartheid cultural"¨. Si no vives en Cuba, si no respondes a sus
intereses, no puedes publicar en Encuentro. Los únicos enlaces que
Encuentro en la Red tiene son de instituciones oficiales de Cuba.
Linden Lane Magazine no existe para ellos, ni La Casa Azul, ni La
Peregrina, ni los demás esfuerzos del exilio. Y la web site que
promueven es la de Nancy Morejón, poetisa oficial, con alto cargo en
La Casa de las Américas.

¿Estoy exagerando? En el nuevo libro de Rafael Rojas, uno de los
directores de Encuentro, Tumbas sin sosiego (Revolución, disidencia y
exilio del intelectual cubano) dedicado al análisis de la cultura
cubana dentro de la isla, y en el exilio, no aparece mi nombre en sus
506 páginas, ni Linden Lane Magazine (con venticinco años de
existencia), ni ninguna referencia a mi labor en este pedregoso
exilio. ¿Cómo se puede hablar del Caso Padilla sin mencionarme?
¿Dónde estaba él entonces, que se permite escribir sobre la cultura
cubana y borrar mi nombre? No, ya estoy harta de los estos nuevos
comisarios, llegados al "exilio" para continuar su labor de zapa.

Sí, Encuentro censura, discrimina, no le da cabida al quehacer de la
cultura cubana en el exilio. Duro es tener que alzar la voz cuando
todos callan.

(*)http://www.lacasaazulcubana.blogspot.com/

Fuente: www.cubalibredigital.com / Noticuba Internacional / Cuba en el Mundo
Fort Worth, 8 de marzo del 2007


Encuentro le Contesta a Belkis Cuza Malé:

Nota aclaratoria
Sobre un artículo de la poeta Belkis Cuza-Malé no publicado en 'Encuentro en la Red'

lunes 19 de marzo de 2007 15:06:00

El pasado 15 de marzo apareció en el blog del escritor cubano Manuel Sosa http://www.lafincadesosa.blogspot.com/ , un comentario sobre un artículo enviado semanas atrás a Encuentro en la Red por la poeta Belkis Cuza-Malé. El artículo, titulado Guayabitos en la azotea, puede verse actualmente en el sitio Cuba Democracia y Vida, la voz en Suecia de los cubanos cívicos de intramuros y del exilio: http://www.cubademocraciayvida.org/web/article.asp?artID=4055.

La razón de su no publicación en EER es obvia. En Guayabitos…, Cuza-Malé acusa a la poeta Reina María Rodríguez de ser agente y colaboradora de la Seguridad del Estado cubana. Al no aportar pruebas, el artículo fue descartado.

Se trata de un principio de elemental ética periodística. EER no ha publicado ni publicará artículos con acusaciones semejantes, a no ser que existan pruebas que las corroboren.

Las acusaciones infundadas, además de alentar las sospechas y la paranoia, son técnicas del gusto de la policía política cubana; técnicas con las que no comulgaremos ni contribuiremos a propagar.

Entendemos que el debate debe ceñirse a las ideas, no a las personas. A menos que quede probada la connivencia de éstas con los agentes represivos del régimen.